Tenía 30 años y vivía entre Gavà y el Baix Llobregat. La tarde del 11 de mayo de 2020, en pleno estado de alarma, Diego Vargas Algaba dijo que iba a Sant Andreu de la Barca para resolver un asunto con un conocido. Desde entonces, nada: ni llamadas, ni cargos, ni cámaras que lo devuelvan a casa. Los Mossos activaron la búsqueda desde el primer momento.
Aquella salida no parecía una marcha voluntaria. Fuentes policiales explicaron a la prensa que los indicios apuntaban a una desaparición no voluntaria. Diego, con antecedentes por delitos menores y relacionados con drogas, había decidido “ajustar cuentas” a un socio por un robo de marihuana valorado en unos 80.000 euros. Esa fue la última pista firme.
Durante semanas, la investigación peinó el entorno de Sant Andreu, polígonos y pistas rurales del Baix Llobregat. Ni el teléfono ni sus movimientos bancarios ofrecieron un hilo. Su caso pasó a los listados nacionales: RNE/SOS Desaparecidos difundieron la alerta con su edad y señas, pidiendo colaboración ciudadana.
Su madre, Rafi Algaba, convirtió la ausencia en una campaña persistente: reuniones con ayuntamientos, redes sociales, carteles y entrevistas. En esos mensajes se repetía lo esencial: Diego no desaparecía por decisión propia y “alguien sabe lo que pasó”. La constancia familiar mantuvo el caso en los medios mucho después del primer impacto.
En junio de 2022 llegó el giro que muchos esperaban y nadie quería: un detenido como presunto responsable de su muerte, enviado a prisión provisional mientras seguían las diligencias. Para los investigadores, el móvil se sostenía en el conflicto por la droga; el problema seguía siendo el mismo: no había cadáver. La línea oficial, no obstante, hablaba ya de homicidio.
El encaje de piezas dibuja un triángulo oscuro: dinero, drogas y rivalidad de proximidad. En el Baix Llobregat, donde los cultivos indoor dejaron de ser excepción, las venganzas rápidas y sin testigo no son una rareza; otra cosa es probarlas ante un tribunal cuando faltan cuerpo y forense. Ese es, hasta hoy, el nudo del expediente.
Desde 2020, la ficha pública de Diego se ha reimpulsado varias veces. Es la foto fija del caso: varón de 30/31 años, desaparecido el 11/05/2020 en Sant Andreu de la Barca. La difusión pasó por SOS Desaparecidos, RNE y plataformas ciudadanas, manteniendo vivo el recuerdo para que surjan testigos tardíos o imágenes privadas que alguien no revisó en su día.
Los primeros artículos subrayaron un perfil de riesgo y el carácter no voluntario de la desaparición; los de 2022 aportaron el arresto y el ingreso en prisión del señalado. Pero incluso con esa pieza, la familia —y el procedimiento— siguen pendientes de lo más duro: encontrar a Diego. Sin ese hallazgo, la verdad queda en bosquejo.
La madre y allegados han sostenido marchas y concentraciones en Gavà y localidades cercanas, además de campañas continuas en redes. Es la forma de pelear contra el gran enemigo de estos casos: el enfriamiento. Cada aniversario vuelve a poner su nombre en rotación, y con él, la posibilidad estadística de una llamada clave.
En paralelo, RTVE y espacios especializados en desaparecidos han recordado la necesidad de compartir cualquier detalle: una conversación oída, un vehículo fuera de lugar, un vídeo casero de aquella semana. En pesquisas sin escena ni cuerpo, la pista pequeña suele ser la que rompe el muro.
La hipótesis principal de los Mossos —homicidio por ajuste de cuentas— sigue siendo la que mejor encaja con los hechos conocidos. La prisión provisional del sospechoso en 2022 dio respaldo judicial a esa línea; el hallazgo del cuerpo de Diego daría, por fin, las respuestas forenses que faltan. Hasta entonces, el caso permanece abierto.
Cinco años después, su nombre continúa en las listas de ausencias que Granada, Sevilla o Barcelona recuerdan por pura justicia: no archivar lo que no está resuelto. En los despachos, el expediente; en las calles, una madre; en la memoria pública, un rostro que reclama cierre.
Si estuviste allí, si escuchaste algo, si guardas una imagen: habla. La verdad, a veces, empieza con una voz que nadie había escuchado.
Contacto para información: SOS Desaparecidos / RNE Servicio de Búsqueda (canales oficiales activos). Cualquier dato sobre Diego Vargas Algaba —por mínimo que parezca— puede completar el camino que falta.
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