Jorge Alamillo Malavé: salió a andar por Candón y, en 45 minutos de sombra, desapareció sin dejar rastro


La mañana del 24 de mayo de 2020, Jorge Alamillo Malavé, 41 años, salió a caminar por el entorno natural de Candón (Beas, Huelva), una ruta cercana a su casa que conocía de memoria. Medía 1,85 m, pesaba 85 kg, pelo castaño liso, ojos marrones; vestía pantalón corto negro, camiseta blanca con un dibujo de montaña en el pecho y zapatillas de deporte. A las 11:15, llamó a su madre: iba de regreso. A las 12:00, ya no contestó. Desde entonces, silencio. 

La alerta fue inmediata. En horas, SOS Desaparecidos difundió su ficha —referencia 25-00629— con la descripción completa y los teléfonos de contacto, mientras vecinos y familiares cubrían la comarca con carteles. Valverde del Camino y Beas quedaron unidos por un mismo ruego: “¿Alguien lo ha visto?”. 

El dispositivo de búsqueda creció a contrarreloj: alrededor de 200 personas —Guardia Civil, bomberos del Consorcio, Protección Civil, agentes forestales y voluntariado— se coordinaron desde un Puesto de Mando improvisado en la casa hermandad de San José Obrero de Candón. Se peinaron arroyos, taludes, cañadas y cortafuegos durante días. 


La cronología fijó un hueco de 45 minutos que obsesiona a los investigadores: entre la llamada a su madre y el primer intento fallido de contacto. “En ese tramo pasó algo”, repetían medios locales mientras el operativo abría en abanico anillos de búsqueda más allá del núcleo de Candón. No apareció ni una prenda, ni el móvil, ni un rastro útil. 

Hubo un dato esperanzador al inicio: el miércoles posterior, la jornada transcurrió con la esperanza puesta en un área acotada por la geolocalización del teléfono. Se rastreó metro a metro, sin éxito. La Vanguardia y Europa Press recogieron que, pese al foco técnico, no hubo hallazgos. 

Además, el alcalde de Beas aportó un testimonio clave: un vecino habría visto a Jorge por la tarde, “un poco desorientado”, cerca de su finca a 1–1,5 km de Candón, y lo habría guiado hasta el camino indicándole la dirección de regreso. Desde ese momento, nada. La pista, corta y humana, no logró cerrarse con pruebas objetivas. 


Tras más de una semana, el dispositivo concluyó los rastreos cercanos sin resultados, aunque se mantuvieron búsquedas esporádicas y repeticiones de cuadrículas cuando surgía cualquier posible indicio. La sierra, con su matorral denso y cambios de cota, parecía tragarse el relato. 

Con el tiempo, el caso pasó de “operativo en marcha” a misterio persistente en la prensa onubense: “sin rastro”, “año y medio después sigue sin pistas”, “tres años sin noticias”. La familia sostuvo vigilias y concentraciones para que el nombre de Jorge no cayera en el olvido. 

En enero de 2025, el caso volvió a la agenda nacional: piezas de televisión y diarios resumieron lo esencial —salió a pasear, llamó diciendo que volvía, jamás regresó— e insistieron en la descripción y la ropa del día de la desaparición, para provocar memorias dormidas. 

A nivel técnico, las líneas de trabajo se han centrado en tres escenarios: caída/accidente en zona abrupta fuera de trayecto; desorientación súbita con salida de los anillos primarios de búsqueda; o intervención de terceros, para la que no hay indicios públicos. La ausencia total de evidencias físicas mantiene abierto el sumario. 

La familia ha pedido limpiar y revisar a fondo áreas concretas de Candón donde la vegetación pudo ocultar señales en los primeros días. Su reclamo se apoya en la experiencia de búsquedas rurales: un objeto pequeño puede quedar velado por zarzas y jaras y aparecer semanas o años después. La hemeroteca del caso suma esos matices a cada aniversario. 

Cinco años después, SOS Desaparecidos y el CNDES mantienen activa la alerta con los mismos anclajes de memoria: 1,85 m, 85 kg, pelo castaño liso, ojos marrones, pantalón corto negro, camiseta blanca con montaña. Son las palabras clave que hay que pronunciar cuando alguien cree haberlo visto en una foto, en un vídeo o al fondo de un plano. 


Jorge Alamillo Malavé desapareció el 24/05/2020 en Candón (Beas, Huelva). Si estuviste en la zona aquella mañana —pistas, cañadas, fincas—, revisa fotos y vídeos de móviles, cámaras deportivas o drones. Cualquier detalle verificable se canaliza a través de Guardia Civil o SOS Desaparecidos (ref. 25-00629). En ocasiones, un fotograma basta para abrir la puerta que el monte cerró. 

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