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Los Golpes en el Closet

 Los Golpes en el Closet

La pequeña Sara solía escuchar golpes en la puerta de su closet todas las noches. Al principio, pensaba que era su imaginación o los ruidos normales de la casa, pero pronto se dio cuenta de que algo no estaba bien. Los golpes eran distintos, más fuertes y parecían venir del interior del armario.

Sara comenzó a tener miedo y evitaba acercarse al closet. Sus padres le aseguraban que no había nada de qué preocuparse, que era solo su imaginación jugándole una mala pasada. Pero Sara sabía que algo no cuadraba. Una noche, decidió enfrentar su miedo y abrir la puerta del closet.



Al hacerlo, se encontró con un oscuro pasadizo que se adentraba en la oscuridad. La niña, temerosa pero curiosa, avanzó lentamente por el pasadizo, sintiendo que algo la observaba. Las paredes estaban cubiertas de moho y las gotas de agua caían del techo. El aire estaba frío y la atmósfera era opresiva.

Sara continuó caminando, siguiendo el sonido de los golpes. Finalmente, llegó a una pequeña habitación al final del pasadizo. Ahí encontró una figura espeluznante, una sombra oscura que parecía susurrar su nombre. Sara gritó de terror y salió corriendo de regreso a su habitación, cerrando la puerta del closet con fuerza.

Desde ese día, los golpes en el closet cesaron, pero Sara nunca olvidó la aterradora experiencia. Sus padres la trasladaron a otra habitación y nunca hablaron del incidente. Pero Sara sabía que lo que vio en el pasadizo del closet no era producto de su imaginación. A veces, todavía escucha susurros en la noche, recordándole que el terror acecha en lugares oscuros y desconocidos.

Sara se sentía inquieta en su nueva habitación. Aunque los golpes en el closet habían cesado, no podía quitarse de la cabeza lo que había visto en aquel pasadizo oscuro. Sus padres evitaban hablar del tema y parecían querer dejar el incidente en el pasado, pero Sara no podía ignorar su instinto de investigar más.

Una noche, mientras todos dormían, Sara decidió volver al cuarto donde estaba el closet. Con mucho cuidado, abrió la puerta y se adentró en la oscuridad. El corazón le latía acelerado en su pecho y su mente estaba llena de temores, pero su curiosidad era más fuerte.

Caminó por el pasadizo, esta vez armada con una linterna para iluminar su camino. Las paredes cubiertas de moho y las gotas de agua que caían del techo la hicieron sentir incómoda, pero siguió adelante. Los susurros y murmullos eran más audibles esta vez, como si la estuvieran llamando.



Finalmente, llegó nuevamente a la pequeña habitación al final del pasadizo. Pero esta vez, lo que encontró la dejó sin aliento. En el suelo, yacía una figura pálida y desaliñada. Era su hermana gemela, a quien nunca antes había conocido. Estaba inconsciente y parecía estar debilitada.

Sara la examinó con horror y se dio cuenta de que sus padres la habían mantenido prisionera en aquel oscuro pasadizo. Habían estado experimentando con ella, realizando horribles pruebas y sacrificándola en nombre de la ciencia. Sara sintió una mezcla de rabia, miedo y tristeza.

Sin dudarlo, Sara llamó a la policía y a una ambulancia para rescatar a su hermana. Mientras esperaba, la abrazó con ternura, prometiéndole que nunca más permitiría que nadie le hiciera daño. Cuando las autoridades llegaron, Sara contó todo lo que había descubierto, y sus padres fueron arrestados.

Desde ese día, Sara y su hermana se convirtieron en inseparables. Ambas se recuperaron física y emocionalmente con el tiempo, apoyándose mutuamente. La experiencia dejó una profunda marca en Sara, pero también la hizo más valiente y decidida a enfrentar los desafíos de la vida.

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