Era la mañana del 15 de septiembre de 2025 en Giustino, Val Rendena (Trentino). El aire frío de montaña, mochilas al hombro y una rutina sin estridencias marcaban el inicio de semana. Entre esos pasos iba Matilda Ferrari, 15 años recién cumplidos el 30 de julio, rumbo a la parada para tomar la corriera hacia el instituto Don Guetti de Tione. Nada hacía presagiar que, minutos después de las siete, el pueblo se detendría en seco.
Matilda no era una adolescente cualquiera: era una joven promesa del patinaje artístico sobre hielo de la Sporting Ghiaccio Pinzolo (SGA Pinzolo), disciplinada, brillante en pista y querida en Val Rendena. Sobre el hielo había aprendido a convertir el dolor —incluidas molestias recientes de rodilla— en podios, y el sueño olímpico no era una palabra hueca en su entorno. El nombre de Matilda había comenzado a sonar más allá del valle.
La dinámica, según las primeras reconstrucciones, fue implacable. Matilda cruzaba la Strada Statale 239 —paso de peatones con semáforo a demanda— para alcanzar la parada del bus. En ese instante, una hormigonera (betoniera) avanzó con luz verde y el conductor no logró frenar a tiempo. El impacto fue mortal. Los hechos ocurrieron en el cruce de viale Dolomiti, a pocos metros de casa.
Los equipos de emergencia llegaron en minutos: dos médicos del pueblo iniciaron maniobras, luego aterrizó el helicóptero sanitario y acudieron bomberos de Giustino y Pinzolo. Todo fue inútil. Parte de la tragedia se vivió a la vista de su familia, un detalle que desgarró aún más a la comunidad. Italia entera conoció el nombre de la patinadora que no pudo completar un cruce cotidiano.
El conductor, un hombre de 54 años, quedó en estado de choque y fue atendido por médicos. La Fiscalía de Trento abrió diligencias por homicidio vial (“omicidio stradale”), paso procesal estándar para esclarecer velocidad, prioridad y tiempos de reacción en un cruce con semáforo. No hay veredicto: la investigación sigue abierta para fijar responsabilidades, si las hubiera.
Los carabinieri de Carisolo y Madonna di Campiglio se hicieron cargo de las pericias. Bajo la lupa quedaron el funcionamiento del semáforo a demanda, la visibilidad en el punto de cruce y el flujo de tráfico pesado que atraviesa diariamente la SS239. La fiscal a cargo —Colpani— supervisa el expediente, que deberá reconstruir segundo a segundo la secuencia fatal.
El aula de Matilda quedó con una planta sobre su pupitre: sus compañeros no quisieron flores cortadas, sino vida que seguir cuidando. El instituto activó apoyo psicológico para alumnos y docentes, mientras la iglesia de Pinzolo se desbordó en el último adiós. El alcalde, Manuel Cosi, habló por todos: “hemos perdido una estrella”. En la carretera, velas y dibujos de un patín señalan el sitio exacto donde el tiempo se rompió.
En el hielo, su legado quedó escrito: bronce en Coppa Italia 2024, entrenamientos interminables y una ética que contagiaba. La Federación Internacional (ISU) publicó un mensaje de duelo por la pérdida de una patinadora “talentosa y apasionada”, un gesto que confirma que el eco de Val Rendena llegó a la familia mundial del patinaje. Los homenajes se multiplicaron en clubes y redes.
La tragedia abrió un debate más amplio que el dolor puntual. Vecinos y padres de estudiantes reclamaron intervenir en ese tramo “peligroso”, especialmente por el incremento de tráfico de camiones a primera hora. ¿Bastará con revisar la fase del semáforo, reducir velocidad, ampliar refugios peatonales, reforzar señalización? Giustino pide acciones para que el camino escolar no vuelva a ser una emboscada.
Queda el silencio tras el ruido de sirenas. Matilda Ferrari perdió la vida en un cruce cotidiano, pero no su historia: una adolescente con un futuro escrito a giros y saltos que hoy se convierte en llamado urgente a proteger a quienes cada mañana cruzan la calle con más sueño que miedo. Lo aterrador, a veces, no se esconde en la noche, sino en la rutina que creemos segura… hasta que la realidad la convierte en pesadilla.
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