Advertisement

Responsive Advertisement

La casa del acantilado

 La casa del acantilado

Había una casa en lo alto de un acantilado, en un lugar apartado del mundo. Nadie sabía quién había construido la casa, ni por qué alguien querría vivir en un lugar tan aislado. Pero lo que todos sabían era que la casa estaba embrujada.

Los rumores decían que la casa había sido construida por un hombre rico que había perdido a su familia en un accidente de coche. Desconsolado, se había retirado a la casa del acantilado para pasar el resto de sus días en soledad. Pero su dolor era demasiado grande y, finalmente, se había suicidado en una de las habitaciones de la casa.




Desde entonces, la casa había estado vacía y en ruinas. Pero la gente que pasaba por allí decía que había algo extraño en el aire. Algunos decían que habían visto una figura en la ventana, otros que habían oído extraños sonidos en la noche.

Un grupo de amigos decidió ir a la casa del acantilado para ver si los rumores eran ciertos. Cuando llegaron, encontraron la casa tal y como habían oído: vieja y abandonada. Pero decidieron explorarla de todos modos.

Mientras exploraban la casa, comenzaron a escuchar extraños sonidos. Pasos en las escaleras, puertas que se cerraban solas, voces que susurraban en sus oídos. Se dieron cuenta de que no estaban solos en la casa, había algo más allí con ellos.

Uno de ellos decidió subir al último piso para ver si encontraba algo. Pero nunca regresó. Los demás comenzaron a buscarlo, pero fue en vano. Había desaparecido sin dejar rastro.

El grupo se dio cuenta de que habían cometido un error al entrar en la casa del acantilado. Habían despertado algo, algo oscuro y malvado que ahora los perseguía. Trataron de escapar, pero la puerta de entrada estaba cerrada y no podían abrirla. Se encontraban atrapados en la casa embrujada del acantilado.

Uno por uno, los amigos comenzaron a desaparecer. Algunos fueron arrastrados por una fuerza invisible, otros simplemente desaparecieron en la oscuridad. Al final, solo quedó uno, el último superviviente.

Mientras esperaba a que algo ocurriera, se dio cuenta de que había sido una trampa. La casa del acantilado había sido construida por algo oscuro y malvado para atraer a los incautos a su interior y devorarlos. Y ahora, él era el último plato del menú.


El último superviviente se puso a pensar en cómo escapar. Miró por la ventana y vio que el acantilado era demasiado alto para saltar, pero también vio algo que le dio una idea. Una de las paredes de la casa estaba rota y se podía ver un pequeño camino hacia abajo. Era peligroso, pero era su única oportunidad.

Con cuidado, el último superviviente se arrastró por la pared rota y comenzó a bajar por el camino. La oscuridad lo envolvía, pero logró ver el camino gracias a la luz de la luna. Cada vez que hacía ruido, se detenía y esperaba en silencio. Escuchaba los sonidos de la casa, pero no podía ver nada.

Finalmente, llegó al final del camino y saltó al suelo. Corrió lo más rápido que pudo, sin mirar atrás. Mientras corría, la casa del acantilado se desvanecía en la distancia y los sonidos desaparecían. Estaba libre.

El último superviviente nunca volvió a hablar de lo que había visto en la casa del acantilado. Pero a partir de ese día, siempre se aseguró de no entrar en lugares desconocidos sin pensar en las consecuencias.


Publicar un comentario

0 Comentarios