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Los cuadros que te observan

  Los cuadros que te observan

¿Alguna vez has tenido la impresión de que un cuadro te observa? Yo sí. Pensé que era solo mi imaginación al principio, pero luego me di cuenta de que los cuadros en mi casa me estaban observando. Parecía como si sus ojos me siguieran a donde quiera que fuera.

Al principio pensé que solo eran cuadros antiguos y elaborados, pero a medida que pasaban los días, la sensación se volvía más intensa. Los ojos de los retratos me parecían más reales cada vez que los miraba. A veces me despertaba en medio de la noche con la sensación de que alguien estaba mirando fijamente a mi espalda. Pero cuando me daba vuelta, solo veía los cuadros en la pared.



La sensación se volvió tan intensa que no podía soportarlo más. Tuve que hacer algo al respecto. Decidí quitar los cuadros de la pared y esconderlos en el ático. Pensé que así estarían fuera de mi vista y no tendría que sentirme observado. Pero no fue así.

Cada noche, aún podía sentir sus ojos sobre mí. Me perseguían en mis sueños y me daban escalofríos en mi espalda cuando estaba despierto. Al final, no pude soportarlo más y decidí destruirlos. Los saqué del ático, los puse en el jardín y los quemé.

Pensé que eso era todo, pero estaba equivocado. La noche después de quemar los cuadros, me desperté con la sensación de que alguien estaba en mi habitación. Miré alrededor, pero no había nadie. Pero cuando miré hacia la ventana, vi a alguien afuera, mirando hacia adentro. Era un hombre, pero no podía ver su rostro. Solo veía su contorno oscuro.

Me paralicé, sin saber qué hacer. Luego, el hombre desapareció y todo volvió a la normalidad. Pero esa noche, supe que los cuadros me habían dejado un legado. Me habían dejado con la sensación de que siempre me estaban observando. Nunca volví a colgar cuadros en mi casa después de esa noche.

La paranoia se apoderó de mí, y empecé a tener miedo incluso de mi propia sombra. Cada vez que miraba hacia las paredes desnudas de mi casa, sentía un vacío en mi interior. Sabía que nunca más volvería a disfrutar de la belleza de un cuadro en mi hogar.

Pero el miedo no desapareció. A veces, aún podía sentir esa presencia oscura acechando en las sombras. Me preguntaba si había hecho lo correcto al destruir los cuadros, o si había liberado algo aún peor. La duda me consumía, y no sabía qué hacer al respecto.



Así que decidí buscar ayuda. Fui a un psicólogo, y le conté todo lo que había sucedido. Él me escuchó atentamente y me dijo que mi miedo era comprensible, pero que no había nada sobrenatural en lo que había experimentado. Me explicó que la mente humana puede jugar trucos terribles cuando estamos asustados.

Aunque al principio me costó aceptar su explicación, poco a poco fui dejando atrás mi miedo. Aprendí a disfrutar de la tranquilidad de mi hogar, y finalmente me di cuenta de que los cuadros no me estaban observando. Todo lo que había sentido era producto de mi propia imaginación.

Sin embargo, aún tengo cuidado cuando veo cuadros antiguos en las casas de mis amigos. A veces, todavía siento un escalofrío recorrerme la espalda, pero ahora sé que es solo mi mente jugando trucos conmigo. Y aunque nunca volveré a colgar cuadros en mi casa, al menos puedo disfrutar de la belleza del arte en otros lugares.

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