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El Horticultor Maldito: Pacto Mortal con las Plantas Venenosas

 El Horticultor Maldito: Pacto Mortal con las Plantas Venenosas

En un tranquilo y pintoresco pueblo, vivía un horticultor llamado Samuel. Conocido por su habilidad para cultivar las plantas más exuberantes y hermosas, Samuel era admirado por todos. Sin embargo, oculto tras su apariencia amable, se encontraba un oscuro secreto.

Samuel tenía una pasión enfermiza por las plantas venenosas y tóxicas. Pasaba horas estudiando sus propiedades letales y experimentaba con nuevas variedades en su invernadero privado. Su obsesión lo llevó a cultivar especies mortales que nadie más se atrevía a tocar.




Una noche, mientras trabajaba en su invernadero, Samuel fue visitado por un extraño visitante. Era un misterioso anciano con una mirada siniestra y un aura ominosa. El anciano reveló conocer el secreto de Samuel y le propuso un trato: a cambio de su alma, le otorgaría un poder sobrenatural para dominar las plantas y convertirse en el horticultor más renombrado de la historia.

Movido por su deseo de poder y reconocimiento, Samuel aceptó el pacto sin vacilar. En ese momento, una tormenta oscura se desató sobre el pueblo, anunciando la llegada de la maldición que recaería sobre él.

A partir de ese día, la habilidad de Samuel para cultivar plantas se volvió sobrenatural. Sus creaciones eran hermosas pero mortales, capaces de matar con solo un roce. Sin embargo, a medida que su poder aumentaba, Samuel comenzó a experimentar los efectos secundarios de su trato infernal.

Su cuerpo empezó a desgastarse, envejeciendo rápidamente y mostrando los signos de su pacto diabólico. La belleza y vitalidad de las plantas que cultivaba contrastaban con su propio deterioro físico. Además, una sed insaciable de sangre se apoderó de él, impulsándolo a cometer actos de violencia y muerte.

El pueblo comenzó a sufrir las consecuencias del Horticultor. La vegetación se marchitaba, los animales morían y la gente se volvía presa de enfermedades misteriosas. La comunidad se llenó de miedo y desesperación, culpando al Horticultor por la calamidad que los rodeaba.

Un grupo de valientes decidió enfrentarse a Samuel y poner fin a su reinado de terror. Armados con herramientas de jardinería y coraje, se adentraron en el invernadero maldito, decididos a poner fin a la maldición.

En medio de la batalla, Samuel reveló su verdadero rostro deformado y lleno de odio. Utilizó sus poderes sobrenaturales para defenderse, invocando plantas venenosas y espinosas para atacar a los intrusos. Sin embargo, la determinación del grupo era más fuerte y lograron debilitar al Horticultor.

En su último aliento, Samuel pronunció un conjuro para intentar salvarse a sí mismo, pero solo logró intensificar la maldición que lo consumía. Las plantas a su alrededor cobraron vida propia y lo envolvieron, devorándolo lentamente mientras su cuerpo se fusionaba con la vegetación que tanto adoraba.




Con el Horticultor derrotado, la maldición que pesaba sobre el pueblo empezó a disiparse lentamente. Las plantas venenosas perdieron su letalidad y el equilibrio natural fue restaurado. La comunidad se reconstruyó, pero el recuerdo del Horticultor y su malévolo legado perduró en los corazones de los habitantes.

El invernadero maldito fue sellado y abandonado, convirtiéndose en un lugar de leyendas y temores. Nadie se atrevió a volver a acercarse a él, temiendo despertar nuevamente el oscuro poder que alguna vez habitó allí.

Años después, el pueblo floreció nuevamente y sus jardines se llenaron de vida. Se creó un festival anual en honor a la belleza y la naturaleza, como una forma de celebrar la resiliencia y superación del pasado.

Sin embargo, algunos creían que el espíritu del Horticultor aún acechaba en las sombras, esperando una oportunidad para renacer. La gente evitaba el invernadero y se decía que en las noches de luna llena se podían escuchar susurros y sentir la presencia siniestra del Horticultor.

La historia del Horticultor se convirtió en una advertencia para aquellos que buscaban poder a cualquier precio y recordaba a todos los habitantes del pueblo los peligros de sucumbir a la tentación de lo oscuro.

Aunque la maldición había sido vencida, la sombra del Horticultor permanecía como un recordatorio eterno de los horrores que pueden surgir de las pasiones descontroladas y las alianzas con lo infernal.

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