James Bulger: la inocencia robada de la mano de un niño

Era el 12 de febrero de 1993 en Liverpool, Reino Unido. Un viernes cualquiera en el centro comercial New Strand, donde las familias hacían compras de rutina. Entre ellas estaba Denise, la madre de James Bulger, un pequeño de apenas 2 años. Ella lo llevaba de la mano mientras hacía las compras, sin imaginar que en cuestión de segundos el mundo se le derrumbaría.

Un instante bastó. Mientras pagaba en una carnicería, soltó la mano de James para buscar el dinero. Cuando volvió a mirar… su hijo ya no estaba. El pánico se apoderó de ella, y la búsqueda inmediata reveló imágenes escalofriantes: las cámaras de seguridad mostraban a James tomado de la mano por dos chicos que lo alejaban del lugar. No eran adultos. Eran dos niños de apenas 10 años: Jon Venables y Robert Thompson.

Lo que siguió fue un recorrido de terror disfrazado de normalidad. Durante casi 4 kilómetros, Jon y Robert arrastraron al pequeño James por calles y veredas, cruzando frente a decenas de personas. Nadie sospechó nada: todos pensaron que se trataba de un hermano mayor cuidando a su hermanito. Esa falsa apariencia de inocencia fue lo que permitió que el plan llegara hasta el final.

Finalmente, en unas vías de tren abandonadas, la tragedia alcanzó su punto más oscuro. James fue atacado con una violencia impensable, demasiado atroz para su corta edad. Abandonado en aquel lugar, su cuerpo fue descubierto al día siguiente por la policía, desencadenando una ola de horror que se extendió por todo el Reino Unido.

El juicio que siguió sacudió al país. Dos niños de 10 años eran presentados como los acusados más jóvenes de asesinato en la historia moderna británica. La sociedad no podía comprender cómo era posible que esa crueldad viniera de manos tan pequeñas. Ambos fueron declarados culpables y enviados a un centro de detención juvenil hasta cumplir la mayoría de edad. En 2001 fueron liberados con nuevas identidades, pero años después, Jon Venables reincidió en delitos graves, reabriendo las heridas y el debate sobre si alguna vez se rehabilitaron realmente.

El caso de James Bulger sigue siendo un símbolo de la pérdida de inocencia y de la desconfianza en lo que parecía imposible. James tenía solo 2 años. Su mundo era la mano de su madre, un paseo de compras y la promesa de regresar pronto a casa. Pero aquel día, en un instante, la inocencia de toda una nación se quebró.

Porque a veces, lo más aterrador no es un monstruo adulto escondido en las sombras…

sino descubrir que dos niños pueden planear lo impensable.

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