La noche en que internet no dejó cerrar los ojos: el caso de Bianca Devins


 Tenía 17 años, estética alternativa y un feed lleno de música, arte y autorretratos que reunían a miles de seguidores. El 14 de julio de 2019, Bianca Devins salió a un concierto en Nueva York con Brandon Clark, 21, un conocido con quien llevaba meses conversando online. Regresaron a Utica de madrugada. A esa hora, cuando la ciudad baja el volumen, hay historias que se quiebran sin testigos: en un punto del trayecto, la discusión estalló y, con ella, un destino que iba a ser brutalmente arrebatado. 

Lo que siguió dejó una huella helada en la cronología oficial: Clark la mató con un arma blanca dentro del vehículo y, después, subió imágenes a redes sociales. Llamadas de alerta llegaron casi al mismo tiempo que los primeros enlaces; la policía lo localizó en una calle sin salida de Utica, con heridas autoinfligidas, junto a una lona que cubría el cuerpo. El caso se volvió global no solo por el crimen, sino por su amplificación en tiempo real: las plataformas corrieron detrás del daño. 


La justicia avanzó con fechas concretas. En febrero de 2020, Brandon Clark cambió su declaración y se declaró culpable de asesinato en segundo grado; intentó retirar ese acuerdo meses después, sin éxito. El 16 de marzo de 2021 fue sentenciado a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional tras 25 años. En junio de 2025, un tribunal de apelaciones confirmó que no hubo error al negarle el retiro del acuerdo: la condena permanece. 

Pero el daño no terminó en la escena del crimen. Las fotos circularon durante días —y luego años—, alcanzando incluso a la familia de Bianca: la violencia se convirtió en notificación. Ante esa herida abierta, Nueva York aprobó en diciembre de 2022 la llamada “Bianca’s Law”, que tipifica como delito la difusión de imágenes gráficas de víctimas y habilita acciones civiles contra quienes las propaguen; un intento de poner cerrojos donde antes sólo había clics. 


Bajo el ruido, la familia dejó algo claro desde el principio: Clark no era “el novio”; era un conocido que se había ganado confianza en el círculo cercano. Lo que ocurrió aquella madrugada no define la vida de Bianca —una chica creativa que planeaba estudiar psicología—, pero sí exhibe una falla sistémica: la facilidad con que la crueldad tecnológica coloniza el duelo. El eco de ese dolor quedó recogido en entrevistas y especiales que subrayan lo obvio y lo urgente: ninguna plataforma debería permitir que una familia sea perseguida por las imágenes del asesinato de su hija. 

Y aquí quedan las preguntas que mordisquean la vigilia: ¿cuántas veces creemos conocer a alguien detrás de un avatar?, ¿cuántas señales ignoramos porque la cita “parece” segura?, ¿cuántas manos amplifican el horror con un simple compartir? En “Pesadillas en tu pantalla”, el nombre de Bianca Devins no es un titular: es una advertencia. Para cuidarnos entre todos, para enseñar a los nuestros a salir —y a volver—, y para exigir que internet deje de ser un lugar donde la violencia se vuelve viral antes que la compasión. 



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