El caso Jocelyn Nungaray: la noche que rompió el verano en Houston (cronología, sospechosos, proceso y lo que sabemos)

Era la noche del domingo 16 de junio de 2024 en Houston, Texas. Verano recién estrenado, calles calurosas, una calma engañosa sobre los complejos de Rankin Road y Kuykendahl. Jocelyn Lisel Nungaray, 12 años, salió de casa sin imaginar que esa caminata breve se convertiría en tragedia y en el inicio de una investigación que estremecería a todo el país.

Al amanecer del lunes 17 de junio, a las 6:15 a. m., una conductora llamó al 911: había un cuerpo en un arroyo cerca del 400 West Rankin Road, en el área de Greenspoint. La policía de Houston confirmó poco después que se trataba de Jocelyn y que había indicios de homicidio. La causa de muerte se estableció como estrangulamiento, según el parte oficial. 

La reconstrucción de sus últimas horas surgió de cámaras y testigos. A las 12:17 a. m., las cámaras del 7-Eleven de Rankin y Kuykendahl captaron a Jocelyn; poco antes y después se le vio con dos hombres. Su novio, que hablaba con ella por teléfono, dijo haber escuchado voces masculinas al fondo. A las 3:04 a. m., las cámaras registraron salir solo a los dos sujetos del área de la bayou. 


La investigación avanzó con rapidez. El 20 de junio, la policía localizó y arrestó a dos sospechosos en los apartamentos Canfield Lakes (13355 Northborough Dr.): Johan José Martínez-Rangel, 22 años, y Franklin José Peña Ramos, 26. La fiscalía los acusó de asesinato capital; más tarde se sumarían cargos por secuestro y agresión sexual agravada. Documentos judiciales y testigos los sitúan con la menor esa madrugada tras haber sido vistos horas antes en un restaurante. 

Los análisis forenses fueron determinantes. El Houston Forensic Science Center confirmó que Jocelyn fue víctima de agresión sexual; ese hallazgo convirtió el expediente en elegible para pena de muerte bajo la ley de Texas cuando el homicidio ocurre en el contexto de ciertos delitos graves. La autopsia fijó con claridad la mecánica de la muerte: estrangulamiento. 

En audiencias iniciales se fijó una fianza de 10 millones de dólares y aparecieron detalles clave: según los fiscales, uno de los acusados admitió haber atado las piernas de la menor y ordenado lanzar el cuerpo al agua; también se señaló que otro dijo haberla besado. Las cámaras ubican a la niña con ambos bajo un puente durante más de dos horas. Son afirmaciones en registros judiciales que deberán probarse en juicio. 


La ciudad respondió con vigílias y homenajes. El 27 de junio se celebró el funeral en el cementerio Earthman Resthaven; “Mattress Mack” (Jim McIngvale) se ofreció a cubrir los gastos, y la comunidad encendió velas junto al arroyo donde Jocelyn fue hallada. Su nombre, repetido en carteles y plegarias, se volvió un llamado a la justicia. 

El caso también encendió la conversación política. Autoridades migratorias señalaron que ambos acusados son ciudadanos venezolanos con detenciones previas de la Patrulla Fronteriza y con órdenes para presentarse ante tribunales migratorios; quedaron bajo “ICE hold”. En paralelo, el alcalde y legisladores presionaron por medidas más duras, y surgieron propuestas como la “Justice for Jocelyn Act” a nivel federal; además, la policía exploró posibles vínculos con el grupo criminal Tren de Aragua, línea de investigación citada en documentos y reportes de prensa locales. 

Procesalmente, el caso escaló. El 13 de diciembre de 2024, la entonces fiscal del condado Harris, Kim Ogg, anunció que buscaría la pena de muerte para ambos acusados; a mediados de 2025, no había fecha de juicio y se mantenían en la cárcel del condado con fianzas millonarias. En paralelo, el tribunal emitió y reforzó órdenes de silencio (gag order) y programó una audiencia de desacato contra la exfiscal por hablar del caso en medios. 


A día de hoy (septiembre de 2025), el expediente sigue activo: los acusados están procesados por asesinato capital, secuestro y agresión sexual agravada; la fiscalía mantiene su intención de buscar la pena máxima, y el tribunal ha reiterado restricciones para proteger la imparcialidad del jurado. En suma: no hay condena, no hay veredicto; toda declaración incriminatoria deberá someterse a escrutinio en juicio. La familia de Jocelyn —y Houston— esperan respuestas definitivas en sala. 

Porque a veces lo más aterrador no es una calle vacía de madrugada, sino encontrarte con quienes convierten la inocencia en presa. La historia de Jocelyn nos obliga a mirar de frente la noche: confiar en las cámaras, en los testigos y en la justicia… y a no olvidar que detrás de cada titular hubo una niña de 12 años que soñaba en grande.


Publicar un comentario

0 Comentarios