Manuela Chavero: la vecina que salió “un minuto” y nunca volvió

La calurosa noche del 5 de julio de 2016 en Monesterio (Badajoz) se detuvo en un detalle imposible: la televisión encendida, el móvil cargando, la puerta entreabierta. Todo indicaba que Manuela Chavero, 42 años, había salido “un momento” y pensaba regresar. No regresó. Aquella escena congelada en su salón se convirtió en el origen de una pesadilla colectiva. 

Durante semanas, el pueblo buscó por montes y arroyos. No había rastro de violencia en la casa, ni señales de marcha voluntaria. Monesterio se llenó de carteles y preguntas: ¿con quién salió Manuela?, ¿por qué no se llevó ni el bolso ni el teléfono? La ausencia empezó a pesar como una certeza: no se había ido sola. 

El caso se quedó sin respuestas cuatro años… hasta que en septiembre de 2020 un nombre rompió el silencio: Eugenio Delgado, vecino de la misma calle, fue detenido. Confesó y llevó a la Guardia Civil hasta una finca vinculada a su familia donde aparecieron restos enterrados; eran de Manuela. El relato del “accidente” que trató de sostener se desmoronó con la tierra removida. 


El golpe emocional fue otro: el asesino estaba al lado. Vivía en la misma calle de la víctima; la proximidad que había sostenido la esperanza se convirtió en vértigo. ¿Cuánto tiempo se puede ocultar un secreto tan oscuro tan cerca de todos? 

Cuando la causa llegó a juicio en mayo de 2024, la Fiscalía dibujó una secuencia helada: engaño para atraerla, agresión sexual y asesinato para callarla. Perfiles, peritos y lesiones reconstruyeron un crimen “sádico” y con alevosía; no fue un arrebato, fue dominio y violencia. 

El jurado popular tardó apenas siete horas en pronunciarse: culpable de asesinato y agresión sexual. Un veredicto unánime que cerró la primera grieta judicial de un caso que había abierto demasiadas en la vida del pueblo. 


La sentencia llegó el 27 de mayo de 2024: prisión permanente revisable por el asesinato y 15 años por agresión sexual de extrema gravedad, con agravantes de género, alevosía y ensañamiento, y por matar para ocultar el delito sexual. La justicia reconocía la magnitud del horror. 

En septiembre de 2024, el TSJ de Extremadura confirmó íntegramente la condena y rechazó la nulidad pedida por la defensa. Ocho años después de la desaparición, el relato judicial quedaba firme en segunda instancia. 

Y en julio de 2025, el Tribunal Supremo puso el sello final: ratificó la prisión permanente revisable para Eugenio Delgado Holguera y la pena adicional por la agresión sexual, destacando la alevosía, el ensañamiento y la voluntad de ocultar el crimen. La vía de recurso se cerró; la historia, no. 


Quedan, como siempre, las preguntas que muerden: ¿cómo se guarda cuatro años un secreto tan macabro en un pueblo de cinco mil almas? ¿Pudo evitarse si se hubiera visto antes la señal mínima, el gesto en falso, el ruido a deshora? El nombre de Manuela Chavero hoy es símbolo de resistencia y memoria: porque a veces lo más aterrador no es la desaparición repentina… es descubrir que el monstruo te saludaba cada mañana al pasar por tu puerta.

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