En Huelva, 8 de julio de 2019, el calor pegaba fuerte sobre las calles y los caminos de tierra. Ese día, un chico de 17 años llamado Ayoub Aichoui dejó de estar donde todos creían que estaba. No fue un accidente de tráfico, ni un rescate fallido en el mar, ni una pelea en una plaza. Simplemente, su nombre pasó de una lista interna a un cartel de “menor desaparecido”, y desde entonces nada ha vuelto a traerlo de regreso.
Ayoub era uno de tantos chicos que habían llegado a España siendo menor, sin su familia, buscando una vida mejor. Formaba parte del sistema de protección, alojado en un recurso para menores migrantes en la provincia de Huelva. No tenía un barrio que lo recordara desde pequeño ni un colegio que guardara sus fotos de infantil, pero sí algo igual de importante: un nombre y una historia que merecen ser contadas, aunque los papeles apenas cuenten nada de él.
El verano de 2019 fue especialmente inquietante en Huelva. Entre junio y octubre desaparecieron hasta 16 menores de entre 15 y 17 años vinculados al centro de Corteconcepción, según recogieron la prensa local y los listados oficiales. Entre ellos aparecían nombres como Hamza Bouzakri, Mohamed Ghemrassi, Mouad Saimouk, Youssef Enassiri… y también Ayoub Aichoui, con fecha 8 de julio de 2019. Aquella oleada se interpretó como una fuga masiva de jóvenes que se marchaban del recurso, pero no todos los casos tuvieron seguimiento claro.
De Ayoub se sabe muy poco de esas últimas horas. La ficha de SOS Desaparecidos indica que desaparece el 08/07/2019 en Huelva capital, con 17 años recién cumplidos, 1,75 metros de estatura y complexión acorde a su edad. No se han difundido públicamente detalles sobre la ropa que llevaba ese día ni sobre el último lugar exacto donde fue visto, más allá de la referencia genérica a la ciudad. Lo que sí queda claro es que, a partir de entonces, no hay constancia de un regreso al centro ni de un contacto formal con las autoridades.
La maquinaria administrativa se puso en marcha como marca el protocolo: denuncia, alta en el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) y difusión del cartel a través de SOS Desaparecidos, que mantiene su caso activo desde 2019. En esos listados, Ayoub aparece dentro de la categoría de “menor desaparecido”, aunque hoy tendría ya 23 años. Su nombre convive en esas páginas con otros casos históricos como Gloria Martínez o Cristina Bergua, recordando que la edad que importa es la de cuando se perdió el rastro.
Con el tiempo, el caso dejó de ser noticia nacional, pero nunca salió del mapa del miedo cotidiano. Un reportaje de Huelva24, publicado en enero de 2025, repasaba los más de veinte casos activos de la provincia y mencionaba de nuevo a Ayoub Aichoui (17 años en el momento de la desaparición) como parte de la cadena de menores cuyo paradero sigue sin explicación. La pieza recordaba la “serie de desapariciones” de 2019 vinculadas a Corteconcepción, como una herida que todavía no ha cicatrizado.
La hipótesis más extendida en su momento fue la de “fuga voluntaria” desde el centro de menores, compartida por varios de los chicos que se marcharon aquel verano. Algunos medios hablaron de jóvenes que intentaban reagruparse con conocidos en otras ciudades españolas o seguir ruta hacia Francia u otros países europeos. Pero en el caso de Ayoub, como en el de otros, no hay constancia pública de que llegara a destino, ni de que regularizara su situación en otro lugar. A partir de su salida, se pierde toda huella verificable.
Ahí es donde empieza el verdadero terror silencioso: el de un menor que puede cruzar fronteras invisibles y quedar a merced de cualquiera. La ausencia de documentación estable, la vulnerabilidad económica y la falta de red familiar cercana convierten a chicos como Ayoub en objetivos fáciles para la explotación laboral, la trata o simplemente el abandono más absoluto. No existen pruebas públicas de que él haya sido víctima de un delito concreto, pero la falta de noticias durante más de seis años convierte cualquier escenario en una posibilidad incómoda.
Mientras tanto, las cifras se acumulan. Los informes del CNDES hablan de decenas de desapariciones en la provincia de Huelva desde 2011, con picos especialmente altos en años como 2017 y 2021. Dentro de esas estadísticas, los casos de menores migrantes figuran como una columna aparte: muchas veces se catalogan como “ausencias voluntarias”, aunque nadie pueda certificar que esas ausencias no hayan derivado en algo peor. Ayoub es uno de esos nombres que se mueven entre el papel frío y la duda humana.
Detrás de cada ficha hay personas que preguntan. Educadores que compartieron con él los pasillos de un recurso saturado, compañeros de centro que tal vez hoy estén regularizados en alguna ciudad española o en otro país de Europa, y organizaciones que insisten en que “ningún menor debería desaparecer sin que el sistema vuelva la cabeza”. La asociación SOS Desaparecidos, por ejemplo, lleva años advirtiendo de que los jóvenes que salen de los recursos sin acompañamiento real se pierden en un limbo donde nadie les sigue la pista.
Han pasado más de seis veranos desde que Ayoub salió de los registros del día a día y entró en la categoría de “desaparecido”. En este tiempo, el listado de menores no localizados ha cambiado de nombres, pero el suyo sigue ahí, inmóvil. Cada actualización de esos listados es un recordatorio cruel: si no aparece una pista nueva, el caso no avanza… pero tampoco se cierra. Y en ese punto, la angustia se congela.
El misterio de Ayoub Aichoui no tiene, por ahora, giros de guion ni confesiones inesperadas. No hay juicios, ni acusados, ni escenas de crimen. Solo un chico de 17 años que se desvaneció en una provincia que ya conoce demasiado bien la palabra “desaparecido”. La pesadilla aquí no es un monstruo concreto, sino la suma de burocracia, silencio y olvido que puede tragarse una vida sin que casi nadie se dé cuenta.
“Salió del sistema por una puerta sin nombre.
Y desde entonces, nadie sabe si encontró un hogar…
o si el mundo lo dejó a oscuras.”
Hoy, Ayoub Aichoui tendría 23 años. Quizá haya conseguido rehacer su vida lejos de Huelva. Quizá alguien, en otro país, lo conozca por otro nombre. O quizá todavía haya una pista sin revisar, una cámara olvidada, un testimonio que nunca se recogió. Hasta que se sepa, su caso seguirá siendo una de esas historias que laten en la sombra: un menor desaparecido en Huelva cuyo rastro, por ahora, solo existe en los carteles y en la memoria de quienes se niegan a olvidarlo.
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