Aquella misma tarde, la asociación SOS Desaparecidos difundió su cartel de búsqueda y pidió la colaboración ciudadana. La ficha describía a un hombre de 1,70 m (1,70/1,72), pelo canoso corto, ojos marrones y complexión normal; los medios locales replicaron los datos y la fotografía para amplificar el aviso.
En las horas siguientes, el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) activó su registro oficial con la fecha 28/09/2025, señalando 1,70 m de altura y 70 kg de peso, color de ojos marrón y cabello canoso liso y corto. Es la ficha que sirve de referencia a policías, juzgados y a quien pueda aportar una pista fiable.
La difusión no se quedó en Canarias: diarios nacionales recogieron el caso con el mismo encuadre —persona vulnerable, última vez visto el 28 de septiembre, sin rastro confirmado— subrayando la urgencia de cualquier testimonio que situara a Francisco en un lugar y hora concretos.
Desde entonces, no hay un avistamiento corroborado. Ni una cámara que lo fije con certeza, ni una transacción que delimite su ruta, ni un objeto hallado que estreche el mapa. La ciudad sigue siendo escenario y, al mismo tiempo, telón.
La estadística canaria recuerda por qué estos avisos no pueden dormirse: Canarias encabeza el número anual de denuncias por desaparecidos en España y, aunque la mayoría se resuelven en la primera semana, cientos quedan activos más allá de ese umbral. En los adultos, pesan a menudo problemas de salud o decisiones voluntarias, pero cada caso exige verificación caso por caso.
En el expediente de Francisco de Borja no hay —a día de hoy— nota oficial de localización. La ficha en CNDES continúa visible, y SOS Desaparecidos mantiene el cartel en circulación. Si surge información nueva, serán esas vías —y la policía— las que marquen el siguiente paso.
¿Qué falta? Una hora exacta, un recorrido entre dos puntos, una cámara privada que todavía no se ha revisado, un testigo que recuerde un detalle mínimo: una prenda, una dirección, una parada. En desapariciones urbanas, suele ser un dato pequeño el que abre el mapa. (La policía y las asociaciones reiteran canalizar cualquier indicio a 091/062 o CNDES/SOS Desaparecidos).
Mientras tanto, el nombre de Francisco de Borja se sostiene en la memoria cívica: redes vecinales, prensa insular y cartelería que insiste en la misma idea simple y feroz: “Si lo viste, habla”. Que una persona se “funda” con su ciudad no es un truco del tiempo: es un vacío que se llena con información verificable.
Porque lo urgente no es la estadística, sino traerlo a casa. Si estuviste en Las Palmas de Gran Canaria el 28 de septiembre de 2025 y recuerdas algo —aunque te parezca insignificante—, repórtalo. A veces, una cámara de portal, una matrícula o una conversación guardada en la memoria es la llave que devuelve un nombre al barrio que lo espera.
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