La Policía de Australia del Sur (SAPOL) activó un despliegue masivo con apoyo del Ejército (ADF): helicópteros, drones, vehículos todoterreno, rastreadores aborígenes y equipos especializados recorrieron cientos de kilómetros cuadrados de outback rocoso y ondulado. La zona de rastreo llegó a superar los 470 km² en sucesivas fases. Pese a ello, no apareció ningún indicio concluyente del niño.
Tras diez días iniciales, el dispositivo se redujo y pasó de rescate a recuperación, a la vista de la edad de Gus, la amplitud del terreno y las duras condiciones ambientales. SAPOL insistió en que no había evidencia de juego sucio y creó la Taskforce Horizon para continuar la investigación fuera del perímetro inmediato.
A mediados de octubre, y tras el asesoramiento de especialistas en supervivencia, la policía reabrió y amplió la búsqueda: 18 agentes, 82 miembros de la ADF, 33 vehículos, drones y UTVs volvieron a peinar la estación y áreas circundantes. La geolocalización de indicios y el modelado de rutas probables no cambiaron el hecho principal: ningún rastro útil de Gus.
Una posible huella de bota cerca de una balsa fue investigada y descartada; del mismo modo, se drenó por completo un dique del predio —3,2 millones de litros— “por pura cautela”, sin resultados. El mensaje oficial se mantuvo: sin hallazgos significativos y sin señales de que Gus hubiese caído al agua allí.
La operación tuvo además un frente extraño: la policía debió desmentir bulos y imágenes manipuladas por IA que circulaban en redes, subrayando que confundían y entorpecían el trabajo de campo. La consigna fue clara: solo datos verificados y aportes a Crime Stoppers.
Entre octubre y comienzos de noviembre, SAPOL completó tres grandes fases de rastreo y evaluó volver una cuarta vez a partir de nuevos análisis de expertos (supervivencia, datos ambientales y de terreno). Para la familia, cada regreso es una esperanza; para los mandos, una decisión técnica que exige justificar nuevas áreas diana.
A día de hoy, la línea oficial mantiene todas las posibilidades abiertas: que se alejara a pie y quedara fuera de corredores batidos; un accidente en oquedades del terreno; o, menos probable según SAPOL, algún traslado fuera de la propiedad. La ausencia de ropa, gorra o juguetes y la falta de huellas confirmadas sostienen el enigma.
En medio del desierto rojo, el caso de Gus Lamont recuerda la fragilidad de las búsquedas sin escena: cuando no hay anclajes físicos —un objeto, una pisada válida, una imagen— la estadística de supervivencia manda y el tiempo erosiona toda señal. Pero también muestra un sistema que no baja la persiana: la investigación sigue en manos de Mayor Crímenes y la comunidad permanece alerta.
Si estuviste en la zona de Yunta o transitaste vías cercanas el 27 de septiembre de 2025, cualquier observación —una matrícula, una parada inusual, una foto de camino— puede abrir un hilo. La policía ha dicho que la familia necesita cierre y que habrá un cuarto rastreo si los datos señalan dónde buscar. Hasta entonces, el outback guarda el secreto de un niño al que todavía toda Australia quiere traer a casa.
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