Era lunes 10 de noviembre de 2025 en Marbella. Un día más en la Costa del Sol: tráfico, turistas, rutina. Entre esa multitud anónima se movía Nicolás L. S., 28 años, vecino joven al que ese día, sin que nadie lo supiera, se le iba a congelar el tiempo. Desde entonces, su nombre figura en los registros oficiales como “desaparecido”, y su rastro se ha convertido en un vacío que nadie sabe cómo rellenar.
Según el cartel difundido por el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), Nicolás desapareció el 10 de noviembre de 2025 en Marbella (Málaga). No hay hora oficial difundida, ni referencia pública a un lugar exacto: solo la fecha, el municipio y una palabra que lo cambia todo: “desaparecido”. Las autoridades piden cualquier información que pueda ayudar a reconstruir sus últimos movimientos.
La ficha oficial es fría, casi mecánica, pero detrás hay una vida. Nicolás mide aproximadamente 1,65 metros, pesa entre 60 y 65 kilos, tiene complexión normal, pelo corto castaño y ojos marrones. Esos son los datos que aparecieron primero en el portal del CNDES y en los carteles compartidos por medios y redes de la Costa del Sol, convertidos en la única brújula para reconocerlo entre la multitud.
El día de su desaparición no se ha hecho pública una descripción detallada de la ropa que llevaba ni de la ruta exacta que siguió. No se ha informado de si iba camino del trabajo, de una cita o de una gestión pendiente. Lo único confirmado es que, en algún momento de ese lunes, dejó de estar localizable. Y que, desde entonces, ningún rastro verificado ha permitido decir dónde estuvo después.
El caso dio un salto fuera del ámbito policial cuando el CNDES y distintos medios de la zona —como Área Costa del Sol y AZ Costa del Sol— publicaron la alerta: “Buscan a Nicolás, un joven de 28 años desaparecido en Marbella”. A partir de ahí, su rostro empezó a circular de móvil en móvil, de grupo de WhatsApp en grupo de Facebook, de stories en Instagram a pantallas de prensa digital.
En esos mensajes se repetían los mismos datos: nombre abreviado, edad, fecha y lugar de desaparición, descripción física básica y teléfonos de contacto. Nada de detalles morbosos, porque simplemente no los hay. El misterio de Nicolás no nace de una escena de crimen… sino de una ausencia pura, silenciosa, sin testigos conocidos.
La investigación está en manos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con coordinación a través del CNDES. De momento, la Policía Nacional no ha hecho públicos datos sobre hipótesis concretas, registros o análisis de cámaras; todo lo que trasciende es que el caso sigue abierto y que se solicita colaboración ciudadana ante cualquier indicio, por pequeño que parezca.
El mismo día que se difundía la alerta de Nicolás, las noticias hablaban también de otro desaparecido en la provincia: Francisco M. C. H., en Málaga capital. Los dos nombres compartían titulares y carteles, recordando una realidad incómoda: en la Costa del Sol, detrás de los hoteles y las postales de playa, hay familias que viven pegadas a un expediente de “persona desaparecida” que no termina nunca.
El CNDES, organismo dependiente del Ministerio del Interior, centraliza estos casos y los hace visibles. Su portal permite descargar carteles en distintos formatos, compartirlos en redes y enviar información de forma directa a través de canales oficiales. En el caso de Nicolás, esa visibilidad es ahora mismo la principal herramienta: cuantas más personas conozcan su cara y sus datos, más opciones hay de que alguien recuerde haberlo visto después de ese lunes.
Lo más inquietante del caso es precisamente lo que no se sabe. No hay, en la información pública, constancia de conflictos previos, amenazas, deudas o problemas que apunten claramente a una desaparición voluntaria o a un hecho delictivo. Tampoco se han comunicado hallazgos de objetos personales que permitan fijar un último punto exacto. Todo está en gris: ni accidente comprobado, ni marcha planeada, ni crimen probado. Solo posibilidades abiertas.
Mientras tanto, el impacto se mide en pequeño: en un piso donde falta una silla en la mesa, en chats que se quedaron con el último “en línea” congelado, en amigos que repiten una y otra vez los mismos recuerdos de ese fin de semana, buscando una señal que ahora ya no pueden cambiar. La desaparición de una persona no ocurre solo en la calle: ocurre también en quienes se quedan esperándola.
Marbella, acostumbrada a flashes, lujo y ruido, guarda ahora también este silencio: el de un joven de 28 años cuya historia quedó interrumpida a mitad de página. La pesadilla no viene de una escena de crimen explícita, sino de algo mucho más cotidiano y aterrador: descubrir que, a veces, basta con un lunes cualquiera para que alguien deje de estar… y nadie sepa decir dónde se rompió el camino.
Si has visto a Nicolás L. S. o crees haberlo visto desde el 10 de noviembre de 2025 en Marbella o alrededores, puedes contactar con la Policía Nacional (091), con el 112, o aportar información a través del Centro Nacional de Desaparecidos (cndes-web.ses.mir.es). Cada pista —un recuerdo de bar, una cámara de portal, una conversación olvidada— puede ser la pieza que falta para que Nicolás deje de ser solo un cartel… y vuelva a ser una presencia.
0 Comentarios