Lars Mittank: el turista que salió corriendo del aeropuerto y se esfumó en un bosque búlgaro



La desaparición de Lars Mittank se convirtió en una de las escenas más perturbadoras de internet: un joven alemán con camiseta amarilla y mochila, corriendo a toda velocidad por el aeropuerto de Varna, tirando su equipaje, saltando una valla y perdiéndose en dirección a un bosque. Desde aquel 8 de julio de 2014, nadie ha vuelto a verlo. El video de esos últimos segundos lo coronaría con un título extraño y macabro: “la persona desaparecida más famosa de YouTube”. 

Antes de ser el protagonista del “caso Lars Mittank”, Lars era simplemente un chico de 28 años, nacido en Berlín y criado en Itzehoe, en el estado de Schleswig-Holstein, Alemania. Trabajaba en una planta de energía, tenía pareja, un círculo de amigos estable y visitaba con frecuencia a sus padres, a quienes ayudaba tras el ictus que había sufrido su padre. Nadie en su entorno hablaba de problemas graves, deudas o antecedentes de enfermedad mental: lo describían como una persona tranquila, normal, con una vida sencilla. 

El verano de 2014 fue su primer viaje al extranjero. Junto a cinco amigos, Lars viajó a Bulgaria para pasar una semana en el popular resort de Golden Sands, cerca de Varna. Allí hicieron lo que cualquier grupo de veinteañeros haría de vacaciones: playa, piscina, alcohol barato, discotecas, partidos de fútbol improvisados. Según sus amigos, hasta casi el final del viaje no hubo nada raro: Lars estaba de buen humor, se reía, disfrutaba del mar Negro y de la sensación de libertad lejos de la rutina alemana. 


Todo cambió la noche del 6 de julio. Estaban en un bar cuando Lars discutió con otros alemanes por fútbol: él era seguidor del Werder Bremen y el choque fue con hinchas del Bayern de Múnich. Horas después, ya lejos del bar, habría una pelea física en las inmediaciones de un McDonald’s. Lars terminó con la mandíbula dañada y, sobre todo, con una posible conmoción y un tímpano perforado. Un médico local le recetó antibióticos (Cefuroxima/Cefprozil, según las fuentes) y le aconsejó no volar aún por el riesgo que suponía la presión en la cabina para su oído. Sus amigos regresaron a Alemania el 7 de julio; él se quedó solo en Bulgaria, con un vuelo reprogramado para más tarde. 

Con el grupo ya de vuelta en casa, la desaparición de Lars Mittank empieza realmente aquí: solo, herido y en un país extranjero, decidió alojarse en un pequeño hotel barato cerca del aeropuerto, el Hotel Color, en Varna. El plan era simple: descansar una noche, tomar su medicación, acudir al aeropuerto al día siguiente y volar a Alemania. Pero en lugar de descansar, algo en su mente se torció. Y esa grieta, hasta hoy, nadie sabe si fue biológica, psicológica… o provocada por algo o alguien más. 

Desde el Hotel Color, Lars empezó a llamar a su madre, Sandra, en plena madrugada. Le hablaba en susurros, como si temiera que alguien pudiera escucharlo. Le dijo que lo estaban siguiendo, que querían robarlo o matarlo, que el hotel era “extraño”. Le pidió que cancelara sus tarjetas bancarias porque creía que le habían copiado los datos al hacer el check-in. En uno de sus mensajes de texto, le preguntó qué era exactamente el antibiótico que le habían recetado, mencionando la dosis de “500”. Para una madre en Alemania, a miles de kilómetros, solo había una sensación posible: su hijo estaba aterrorizado. 


Lo que ocurrió esa noche dentro y fuera del hotel ha sido reconstruido a partir de cámaras de seguridad y testimonios. Según varios reportajes y artículos, las cámaras del Hotel Color lo grabaron deambulando por los pasillos, mirando por las ventanas, entrando y saliendo del ascensor como si se escondiera. Sobre la 1 de la madrugada habría abandonado el edificio durante aproximadamente una hora, para luego regresar sin explicar a nadie dónde había estado. Algunas investigaciones posteriores han cuestionado ciertos detalles de estas imágenes, pero lo importante es que todos coinciden en algo: su comportamiento ya era claramente paranoico. 

Al amanecer del 8 de julio de 2014, el caso Lars Mittank se encamina a su último acto conocido. Un taxista, que llevaba ya a una pasajera —una trabajadora social búlgara—, vio a un joven en la carretera agitando los brazos desesperadamente. Decidieron parar. Era Lars, nervioso, insistiendo en ir cuanto antes al aeropuerto de Varna. Ambos testigos recordarían después un detalle inquietante: las pupilas del alemán estaban muy dilatadas, como si estuviera bajo una fuerte tensión o en algún tipo de alteración. El taxi lo dejó en el aeropuerto alrededor de las seis de la mañana. 

Las cámaras del aeropuerto lo captan primero tranquilo: entra en el hall con camiseta amarilla, pantalones cortos oscuros, una maleta grande y equipaje de mano a la espalda. Desde allí manda un mensaje a su madre: ha llegado al aeropuerto y va a intentar regresar a casa. Antes de pasar los controles, se dirige a la consulta del médico del aeropuerto, el doctor Kosta Kostov, para que revise su oído. Kostov más tarde describiría su comportamiento como “nervioso y errático”, pero clínicamente apto para volar. 


Entonces, algo se rompe del todo. Mientras están en la consulta, un obrero de las obras de remodelación del aeropuerto entra en el despacho. En ese momento, Lars empieza a temblar. Según el testimonio del médico, grita: “¡No quiero morir aquí! ¡Tengo que salir de aquí!”. De inmediato sale corriendo del consultorio, sin recoger su equipaje. Deja atrás su maleta, su cartera, su teléfono, su pasaporte… prácticamente toda su vida. Las cámaras lo siguen mientras atraviesa el edificio a la carrera, sale por la puerta principal, cruza el aparcamiento, salta una valla de unos dos metros y continúa corriendo a través de un campo, en dirección a un bosque cercano. Ahí termina el rastro visible de Lars Mittank. 

La policía búlgara registró los alrededores: campos, matorrales, caminos cercanos a la autopista A2. No encontraron restos, ropa, ni ningún objeto adicional ligado a Lars; solo su equipaje intacto en el aeropuerto. El caso se comunicó a las autoridades alemanas, y el Bundeskriminalamt (BKA) emitió una búsqueda oficial. Con el tiempo, la desaparición de Lars Mittank comenzó a ganar atención internacional, especialmente cuando el video de su huida se volvió viral en YouTube y en programas de crimen real. Es la imagen perfecta para una pesadilla moderna: un hombre que parece correr por su vida… y luego nada. 

Once años después, la desaparición de Lars Mittank sigue sin resolverse. Su madre mantiene activa una página y un grupo en redes sociales dedicados a encontrarlo, con decenas de miles de miembros que comparten teorías, avistamientos y recortes de prensa. Medios recientes, como People, han retomado el caso recordando que no ha aparecido una sola prueba concluyente de qué ocurrió aquel 8 de julio de 2014: no hay cadáver identificado, no hay actividad financiera, no hay confirmación oficial de que haya muerto o de que haya rehecho su vida en otro lugar. Es, técnicamente, un desaparecido más… pero con millones de ojos observando sus últimos segundos en bucle. 

En torno al caso Lars Mittank se han construido varias teorías. Una de las más comentadas apunta a una crisis psicótica: ya sea provocada por un trastorno mental previo no diagnosticado o, como sugieren algunos médicos, por un efecto secundario raro del antibiótico que le recetaron, capaz en casos excepcionales de causar paranoia y alucinaciones. Sin embargo, el propio doctor Kostov ha afirmado que Lars ni siquiera llegó a recoger la medicación en la farmacia, lo que complica atribuirlo todo al fármaco. Su madre insiste en que no tenía antecedentes psiquiátricos ni problemas de drogas conocidos. 


La otra gran línea especulativa en la desaparición de Lars Mittank habla de juego sucio: trata de personas, crimen organizado, alguien aprovechándose de su vulnerabilidad en un país extranjero. La zona del mar Negro ha sido mencionada en diversos reportajes como corredor de actividades criminales, lo que alimenta teorías de secuestro o explotación. Pero, más allá de sospechas y foros en internet, no hay pruebas sólidas que respalden esta hipótesis. De vez en cuando aparecen supuestos avistamientos de Lars en otros países europeos, ninguno verificado. Incluso han circulado videos virales y publicaciones asegurando que “el caso Lars Mittank se ha resuelto en 2025”, pero hasta la fecha no existe confirmación oficial de ninguna autoridad de que el misterio esté cerrado. 

Hoy, el “caso Lars Mittank” sigue siendo una herida abierta: un joven que lo tenía todo para volver a casa y desaparecer de la conversación global, pero que en cambio quedó atrapado en ese instante congelado en CCTV, corriendo sin que sepamos exactamente de qué huía. Es la historia de la desaparición de Lars Mittank, del turista que abandonó su pasaporte, su teléfono y su identidad para perderse en un bosque búlgaro del que nunca regresó. Si algún día la verdad sale a la luz, probablemente será gracias a un detalle mínimo: alguien que lo vio, una fotografía olvidada, un recuerdo que por fin se conecte con aquella mañana de julio en la que, ante las cámaras del aeropuerto de Varna, Lars Mittank pareció correr por su vida… y se convirtió en un fantasma digital para el resto del mundo. 

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