Paco Molina Sánchez: la noche de julio que se tragó Córdoba y un caso que aún pide una sola pista


La noche del 2 de julio de 2015, Paco Molina Sánchez, 16 años, salió de casa en Córdoba con la promesa de volver al día siguiente en un bus nocturno. Se despidió de amigos en el centro y escribió a su familia que pasaría la noche fuera. A la mañana siguiente, su cama seguía intacta y su móvil ya no respondía. Desde entonces, su nombre es uno de los misterios más persistentes de España. 

Las últimas certezas públicas dibujan un itinerario corto y desconcertante: testigos lo ubican en la estación de autobuses y las cámaras lo captan caminando solo, con el móvil en la mano. El teléfono se apagó poco después de la medianoche —00:17 figura en cronologías de referencia— y no volvió a encenderse. Ni actividad bancaria, ni rastro digital posterior. Nada. 

La denuncia se presentó de inmediato y la Policía Nacional abrió pesquisas con un primer enfoque local: revisión de cámaras, líneas de bus, taxis y círculos de amistades. Con el paso de las semanas, el mapa se hizo más ancho: cruces de tráfico telefónico, seguimientos internacionales y entrevistas en plataformas de búsqueda como QSDglobal. Aun así, ninguna pista verificable logró fijar el paradero. 


El caso ha tenido reaperturas judiciales y refuerzos policiales. En 2019, UDEV Central confirmó una nueva línea de investigación “suficientemente sólida” para reactivar diligencias, y desde entonces el sumario ha acogido exploraciones tecnológicas adicionales (geolocalización, minería de datos). El expediente se ha mantenido activo en años sucesivos. 

Con el tiempo, hipótesis distintas entraron y salieron de foco. Una de las más divulgadas fue la captación por adultos y la eventual trata de personas, posibilidad que la familia nunca ha descartado y que sigue bajo estudio policial. En 2024, una pieza de Cadena SER añadió contexto: en los meses previos, Paco habría contactado en redes con grupos de extrema derecha, un hilo que no produjo hallazgos concluyentes sobre su destino. 

Cada aniversario devuelve a Paco a la agenda pública de Córdoba. En 2025, cuando se cumplieron diez años, la ciudad celebró una concentración ante la Subdelegación del Gobierno con apoyo social e institucional, recordando que la investigación sigue abierta y pidiendo colaboración ciudadana. La crónica del décimo aniversario volvió a subrayar lo esencial: ningún indicio firme posterior a aquella madrugada. 


El relato familiar aporta matices humanos que los sumarios no recogen: el mensaje la noche anterior avisando de que “se quedaba sin batería”; la promesa de escribir al cargar el teléfono; y la última estampa en la estación. Ese teléfono —como repiten los padres— no volvió a dar señal. En 2025, medios locales recordaron que la línea se mantuvo operativa hasta 2024, esperando un imposible encendido. 

La familia ha sufrido, además, los efectos colaterales de toda desaparición mediática: intentos de extorsión con mensajes y llamadas que prometían información a cambio de dinero, investigados por la Policía. Más de una década después, los padres de Paco denuncian que estos episodios siguen ocurriendo de forma esporádica, y piden no alimentar bulos ni viralizar falsos avistamientos. 

Desde 2019, el padre, Isidro Molina, ha impulsado asociaciones y campañas de apoyo a familias de desaparecidos, reclamando recursos y coordinación para que casos como el de Paco no se enfríen. También pidió revisar fotos y vídeos tomados en el centro de Córdoba y la estación en los días de julio de 2015, convencido de que un fotograma de fondo puede contener la pista que falta. 


Las líneas de investigación han ensayado varias preguntas: ¿salió realmente de Córdoba ese mismo día? ¿Se subió a un bus distinto del previsto? ¿Alguien lo captó en un traslado privado? Sin cámara terminal que lo ubique en un vehículo concreto, la zona cero continúa siendo el entorno de la estación y el arco horario entre 23:30 y 00:30. 

En estos años, la memoria pública de Paco se ha mantenido viva con especiales televisivos y radiofónicos, y con la voz incansable de su padre —“a Paco lo buscamos todos los días”—. En 2025, programas estatales volvieron a dedicarle reportajes, articulando las incógnitas que persisten y el llamamiento para cualquier testigo directo de aquella noche. 

Más allá de teorías, los hechos verificados caben en pocas líneas: 16 años, Córdoba, 2 de julio de 2015, avisa que pasará la noche fuera; última imagen en la estación de autobuses; móvil apagado a las 00:17; sin movimientos bancarios ni digitales desde entonces; causa abierta con revisiones periódicas. Todo lo demás son caminos en construcción que requieren pruebas. 


Si estuviste en el centro o en la estación de autobuses la noche del 2 al 3 de julio de 2015, revisa fotos y vídeos; si gestionas cámaras de comercios o comunidades, comprueba si conservas copias históricas. Cualquier dato verificable se canaliza a través de Policía Nacional o de las asociaciones de desaparecidos. A veces, un fotograma abre la puerta que el tiempo cerró. 

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