El Trato con el Diablo: La Historia de Abuela Marta
Había una anciana llamada Abuela Marta que vivía en una cabaña en lo profundo del bosque. A pesar de su aspecto amable y su reputación como la mejor cocinera del pueblo, se decía que tenía un oscuro secreto. Se rumoreaba que en realidad hacía tratos con el Diablo para obtener su habilidad culinaria excepcional.
Una noche, Abuela Marta estaba preparando su famosa sopa de calabaza para la cena. La cabaña estaba oscura y la única luz provenía del fuego crepitante en la chimenea. Mientras removía la sopa, tropezó y se le cayó una cucharada al suelo. Antes de que pudiera recogerla, la cucharada desapareció misteriosamente.
Abuela Marta pensó que tal vez un ratón se la había llevado, pero luego escuchó una risa siniestra que la hizo estremecer. Miró a su alrededor y vio una figura oscura en la esquina de la habitación. Era el Diablo, con una sonrisa maliciosa en su rostro.
El Diablo le dijo que estaba harto de las almas que le ofrecían a cambio de tratos y que había decidido venir a por su parte de la sopa. Abuela Marta trató de negociar con él, pero el Diablo se negó a escucharla. Comenzó a reírse y a chupar la sopa del suelo, mientras Abuela Marta observaba horrorizada.
A partir de esa noche, las cosas comenzaron a ir mal en la cabaña de Abuela Marta. Los alimentos se caían misteriosamente al suelo, y cada vez que lo hacían, el Diablo aparecía para reclamar su parte. Abuela Marta se volvió cada vez más paranoica y asustada, pero no sabía cómo detener al Diablo.
Una noche, mientras intentaba preparar una cena para sus nietos, los alimentos seguían cayendo al suelo uno tras otro. Abuela Marta estaba enloqueciendo, y el Diablo se reía cada vez más fuerte. Desesperada, intentó huir de la cabaña, pero el Diablo la alcanzó y la arrastró de vuelta a la cocina.
El Diablo se burlaba de ella y le decía que era hora de pagar su deuda. Abuela Marta intentó luchar, pero era inútil. El Diablo la arrastró al sótano de la cabaña, donde se escuchaban gritos y risas macabras. Nunca más se supo de Abuela Marta, y su cabaña fue abandonada y dejada en ruinas.
Desde entonces, la gente del pueblo evita acercarse a la cabaña de Abuela Marta por temor a encontrarse con el Diablo. Se dice que su risa todavía se escucha en las noches oscuras, y la historia de cómo el Diablo chupa la comida de Abuela Marta se ha convertido en una leyenda tenebrosa que aterroriza a los habitantes del pueblo.
La cabaña de Abuela Marta se convirtió en un lugar prohibido, un sitio del que la gente hablaba en voz baja, donde se decía que el Diablo se había llevado a la anciana y había hecho de aquel lugar su morada. Pero a pesar de los rumores y del miedo, siempre había curiosos que se acercaban al lugar, atraídos por la leyenda del Diablo que chupaba la comida de Abuela Marta.
Una noche, un grupo de jóvenes decidió desafiar al destino y adentrarse en la cabaña para descubrir la verdad detrás de la historia. Al principio, todo parecía tranquilo y sin sobresaltos. Sin embargo, a medida que avanzaban por los pasillos oscuros de la cabaña, comenzaron a escuchar ruidos extraños, murmullos y risas siniestras que los ponían cada vez más nerviosos.
De repente, uno de ellos tropezó y dejó caer su linterna al suelo. La luz se apagó de inmediato, dejándolos en completa oscuridad. Los jóvenes comenzaron a gritar, pero sus voces se ahogaron en la oscuridad. Fue entonces cuando escucharon la risa del Diablo, una risa tan estridente y desquiciada que les hizo temblar de miedo.
Intentaron huir, pero la puerta se cerró de golpe detrás de ellos, bloqueando su salida. La risa del Diablo se hacía cada vez más fuerte, y las sombras se movían en la oscuridad, como si estuvieran vivas. Los jóvenes se abrazaron temblorosos, sabiendo que algo terrible estaba a punto de suceder.
De repente, la luz volvió a encenderse, y vieron a Abuela Marta parada frente a ellos, con una sonrisa macabra en su rostro. Pero ya no era la misma anciana amable que solían conocer, sino una figura demoníaca y retorcida que emanaba una energía malévola.
Abuela Marta les ofreció un trato: si le daban su alma al Diablo, ella les permitiría salir ilesos de la cabaña. Los jóvenes, asustados y desesperados, aceptaron el trato y entregaron sus almas. Pero el Diablo no estaba satisfecho con una sola alma, y Abuela Marta se convirtió en su cómplice, tentando a más jóvenes a entrar en la cabaña para ofrecer sus almas.
Con el tiempo, la cabaña de Abuela Marta se convirtió en un lugar maldito, donde los espíritus de los jóvenes perdidos vagaban en la oscuridad, y la risa del Diablo se escuchaba en las noches más oscuras. La leyenda de cómo el Diablo chupaba la comida de Abuela Marta se convirtió en algo más macabro y aterrador, y el pueblo entero se convenció de que era mejor no acercarse nunca más a aquel lugar oscuro y tenebroso.
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