Caso Emilie Meng (Dinamarca, 2016–2024): desaparición en Korsør, hallazgo en Borup y una condena a cadena perpetua


Era la madrugada del 10 de julio de 2016 en Korsør, una localidad costera de la isla de Selandia. Emilie Anine Skovgaard Meng, de 17 años, regresó con amigas a la estación hacia las 4:00 a. m. y emprendió a pie el breve camino a casa. Nunca llegó. A partir de ese instante, su nombre se convirtió en sinónimo de una pregunta que heló a todo un país: ¿dónde está Emilie? 

La búsqueda fue inmediata y gigantesca. Voluntarios, policías, perros, drones y carteles con su rostro inundaron Dinamarca durante meses; las líneas de investigación se abrían y cerraban sin descanso. En paralelo, la familia y la comunidad mantuvieron vigilias y actos públicos, aferrándose a la esperanza de encontrarla con vida. 

Esa esperanza se quebró el 24 de diciembre de 2016. Un paseante encontró restos en un área lacustre de Regnemarks Bakke, cerca de Borup, a unos 60 kilómetros de Korsør. Los análisis forenses confirmaron que se trataba de Emilie y que la causa de la muerte fue estrangulamiento. El hallazgo, en pleno día de Nochebuena, dejó a Dinamarca en estado de shock. 


La investigación se tornó titánica y minuciosa. Se cribaron decenas de miles de perfiles genéticos, se reconstruyeron cámaras de seguridad con técnicas mejoradas y se rastreó un vehículo clave: un Hyundai i30 claro que apareció débilmente en vídeo cerca de la estación. Año tras año, el expediente crecía… sin un sospechoso capaz de sostener una acusación. 

El giro llegó en abril de 2023, en Kirkerup (municipio de Slagelse). La desaparición de una menor de 13 años activó un operativo que terminó con su rescate con vida y la detención de un hombre de 32 años en una vivienda de Korsør. Días después, la policía del Sur de Selandia y Lolland-Falster anunció que ese mismo hombre quedaba formalmente imputado por el asesinato de Emilie en 2016 y por otro intento de secuestro en 2022 en Sorø.

El acusado ya figuraba, de hecho, entre los centenares de perfiles revisados años atrás, pero las muestras biológicas de 2016 estaban degradadas y mezcladas para las técnicas disponibles entonces. La conexión Kirkerup–Korsør reabrió la vía genética y el cruce de indicios. Con el caso reimpulsado, la instrucción avanzó a toda velocidad. 


En abril de 2024 se levantó la prohibición de publicar su identidad y el país conoció el nombre del acusado: Philip Patrick Westh. Un mes más tarde comenzó el juicio en la corte de Næstved. Westh reconoció varios delitos vinculados al caso de Kirkerup, pero se declaró no culpable del asesinato de Emilie. Las jornadas fueron seguidas en directo por la prensa danesa. 

El 28 de junio de 2024, la Corte de Næstved emitió su veredicto: culpable del homicidio de Emilie Meng, además de la sustracción prolongada de libertad y otros delitos contra menores en los casos de 2022 y 2023. La sentencia fue tajante: prisión a cadena perpetua, la máxima pena en Dinamarca. La defensa anunció recurso, pero el fallo marcó un cierre judicial largamente esperado.

El caso dejó, además, una reflexión incómoda: cómo un trayecto cotidiano —unos minutos caminando desde una estación conocida— puede convertirse en un punto ciego. Documentales de DR y TV 2 examinaron errores, avances técnicos y la presión mediática de uno de los mayores operativos de búsqueda del país, mientras la comunidad de Korsør honra la memoria de Emilie cada 10 de julio.

 

Emilie tenía 17 años. Cantaba en el coro de su parroquia y soñaba con un futuro sencillo, cercano. Su nombre ya no es solo el de una víctima: es el recordatorio de que la verdad, por más que tarde, deja rastros… y de que a veces lo más aterrador no es la noche, sino el peligro agazapado en el camino más corto de vuelta a casa. 

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