Era el 12 de diciembre de 2018, en El Campillo, un pequeño pueblo de Huelva. Laura Luelmo, de 26 años, acababa de mudarse allí para trabajar como profesora interina de plástica en un instituto de la zona.
Había llegado con ilusión, organizando su casa y adaptándose a un entorno tranquilo que parecía el lugar perfecto para empezar una nueva etapa.
Aquella tarde, Laura salió a correr.
Ropa deportiva, zapatillas, auriculares… lo que para cualquiera era una rutina saludable, para ella significaba también un momento de desconexión.
Pero esa decisión marcó el inicio de una de las historias más estremecedoras de España.
Laura nunca regresó a casa.
Su pareja, alarmado por no tener noticias, dio la voz de alerta.
La desaparición movilizó a la Guardia Civil, vecinos y voluntarios, que recorrieron caminos, senderos y montes cercanos al pueblo.
Durante cinco días, el nombre de Laura ocupó titulares, su foto inundó las redes sociales y la esperanza de encontrarla con vida mantenía en vilo a todo un país.
El 17 de diciembre de 2018, la búsqueda terminó de la peor manera.
El cuerpo de Laura fue hallado en un paraje a las afueras de El Campillo.
El informe forense reveló que había sido golpeada brutalmente y agredida, confirmando la crueldad del ataque.
La ilusión de una nueva vida había sido arrebatada en cuestión de horas.
El asesino estaba más cerca de lo que nadie sospechaba.
Se trataba de Bernardo Montoya, un vecino del mismo barrio, recién salido de prisión tras cumplir condena por un crimen similar.
La investigación descubrió que Montoya llevaba días observando a Laura desde su llegada, estudiando sus rutinas y esperando el momento oportuno para atacar.
El día que salió a correr, Montoya la siguió, la interceptó y la llevó por la fuerza hasta su casa.
Allí, la golpeó y finalmente acabó con su vida antes de abandonar el cuerpo en el campo, intentando ocultar su crimen.
La brutalidad y frialdad de sus actos provocaron una ola de indignación nacional.
La gran pregunta se instaló en la sociedad:
¿cómo alguien con antecedentes tan graves podía estar libre y conviviendo pared con pared con una joven recién llegada?
El caso abrió un debate sobre las medidas de reinserción, el seguimiento a delincuentes reincidentes y la seguridad en entornos pequeños que parecen inofensivos.
En 2022, tras un juicio mediático y rodeado de expectación, Bernardo Montoya fue declarado culpable y condenado a prisión permanente revisable, la pena más alta en España.
Una sentencia que buscó dar justicia a Laura, aunque el vacío de su ausencia sigue marcado en su familia, sus alumnos y toda la sociedad.
Laura Luelmo tenía 26 años.
Era creativa, soñadora, con vocación de enseñar y con una vida llena de proyectos.
Confiaba en que mudarse a un pueblo significaba tranquilidad y seguridad.
Pero el peligro la observaba desde demasiado cerca, desde la ventana de al lado.
Porque a veces, lo más aterrador no es perderse en un sendero oscuro…
sino descubrir que el verdadero peligro lleva tiempo observándote, esperando el momento perfecto para atacar.
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