La reacción fue inmediata y feroz: vecinos, voluntarios y servicios de emergencia peinaron la zona; helicópteros, perros y decenas de agentes cachearon arroyos, jardines y casas de Benaroon Drive una y otra vez. William vestía un traje de Spider-Man —la foto se volvió icono— y, pese a la intensidad del operativo, no hubo rastro útil: ni prendas, ni huellas, ni un itinerario que explicara cómo se había ido. La policía abrió “Strike Force Rosann” y, con el tiempo, el gobierno de NSW anunció una recompensa de 1 millón de dólares para quien aportara información que condujera a encontrarlo. Diez años después, el eco de aquella primera búsqueda todavía resuena.
Las primeras teorías batallaron entre sí. ¿Se internó solo en el bush y se perdió? Los perros de rastreo solo marcaron su olor dentro del perímetro del patio, no más allá. ¿Lo tomó alguien que conocía el lugar? Ese mismo día se reportaron vehículos sospechosos en la calle sin salida —un station wagon blanco y un sedán gris más antiguo— y un 4x4 visto saliendo a velocidad. Aquella información, mantenida en reserva por meses, alimentó la hipótesis del secuestro… una historia que, con el tiempo, se iría agrietando.
Hubo regresos al escenario. En 2018 se hizo un registro forense ampliado en el entorno; en 2021, con “nueva evidencia”, la policía reabrió búsquedas en tres áreas alrededor de Kendall con una meta distinta y helada: “estamos buscando restos”, dijeron. Se drenaron tramos de arroyo, trabajaron buzos, se usó radar de penetración terrestre en una losa vertida tras la desaparición, y hasta se analizaron sedimentos. Nada decisivo emergió del barro. La naturaleza entregó fragmentos, pero no una historia completa.
El expediente cambió de rumbo en 2024, cuando el inquérito coronial —abierto en 2019 y retasado durante años— retomó audiencias con una teoría policial distinta: que William habría muerto por una caída accidental desde un balcón y que su madre de acogida se deshizo del cuerpo. Ella lo negó entre lágrimas en la corte; no ha sido acusada y mantiene su inocencia. En diciembre de 2024 la forense cerró la fase de pruebas y vacó las fechas finales; en 2025 ordenó los escritos de cierre y dejó la entrega de conclusiones para más adelante. Mientras tanto, asuntos paralelos siguieron su curso: en mayo de 2025, la ex madre de acogida ganó una apelación y se le anuló una condena por intimidación y agresiones a otro menor (no relacionado con William). Las preguntas centrales, sin embargo, siguieron sin respuesta.
Y aquí estamos: una década larga después, el retrato de un niño con traje de superhéroe aún cuelga en comisarías y salas de estar, mientras la recompensa de 1 millón de dólares sigue vigente y la campaña “Where’s William?” no baja la voz. Si estuviste en Benaroon Drive o en sus alrededores aquella mañana, si recuerdas un coche, una frase, una rutina que se desvió apenas, habla. En casos como éste, el horror no siempre ruge: a veces se instala en lo cotidiano y se esconde a plena vista. Si sabes algo, contacta a Crime Stoppers al 1800 333 000. Porque lo más aterrador no es el momento en que alguien desaparece… sino aprender a vivir con un silencio que se vuelve costumbre.
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