La senda sin retorno: el último tramo de Bernard Trottet en las Highlands


 Lo vieron por última vez con una chaqueta naranja que rompía el gris del valle. El 27 de mayo de 2025, Bernard Trottet —suizo, 65 años, senderista meticuloso— pasó por la bothy de Corryhully, en Glenfinnan, y tomó rumbo norte por la Cape Wrath Trail. Era un plan sin alardes: avanzar hacia Kinloch Hourn y, después, acampar en Morvich. No llegó. La señal telefónica, esquiva en esos parajes, se perdió detrás de las montañas y lo que quedó fue una ausencia que empezaba a hacerse pesada en casa.

La ruta que eligió no perdona distracciones: más de 200 millas —según el trazado, hasta 230— de terreno sin marcar, ríos que obligan a vadear, turberas que tragan la bota y cambios de tiempo que giran en minutos. Es, para muchos, la caminata más dura del Reino Unido; un desafío hermoso y cruel a partes iguales. Bernard lo sabía y había preparado el itinerario con precisión, pero en la Cape Wrath Trail el mapa nunca es el territorio.


Cuando su familia dio la voz de alarma, la búsqueda se activó a contrarreloj. Police Scotland lanzó un llamamiento y describió con detalle al excursionista: francófono, 1,78 m, complexión media, pelo cano; probablemente con una chaqueta naranja Arc’teryx, gorra verde, pantalón oscuro y equipo ligero con una tienda Zpacks gris. Equipos de rescate de montaña y apoyo aéreo se desplegaron por la cresta y las vaguadas, y se pidió a otros caminantes que revisaran fotos, recuerdos, cualquier pista diminuta en un paisaje descomunal.

El 2 de junio, seis días después de desaparecer, la noticia llegó desde el agua en Kinloch Hourn: hallaron un cuerpo. Horas más tarde la familia de Bernard fue informada; días después, las autoridades confirmaron la identificación. “No se creen circunstancias sospechosas”, comunicó la policía, y el caso pasó al procurator fiscal, como dicta el protocolo escocés cuando la montaña se cobra una vida. La chaqueta naranja, tan visible, no pudo con la escala del territorio.


Quedó, como en tantas historias de altura, la pregunta sin clavar: ¿qué ocurrió entre Corryhully y el fiordo apretado de Kinloch Hourn? En esa franja de país, un desvío mínimo te saca del trazado, una crecida te corta el paso y una piedra húmeda decide por ti. La Cape Wrath Trail, no oficial y sin señalizar, exige aplicar juicio en cada paso; es un sendero que te obliga a elegir… y a aceptar que a veces no hay testigos de lo que eliges.

Así se escribe este final: sin dramatismos añadidos, con respeto por quien sabía caminar y aún así encontró un límite. Las Highlands guardan sus propios silencios y, a veces, los devuelven en forma de lección áspera: prepara, comunica, equipa, respeta el clima y el agua, y entiende que la belleza de un lugar puede ser también su trampa. Bernard Trottet ya no vuelve del camino; lo que vuelve es el recordatorio de cuán fino es el borde entre la aventura y la ausencia. 



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