El caso Félix José Esquerdo: la moto, el saco de dormir y cuatro años de silencio en El Campello


Era la tarde del 3 de octubre de 2020 cuando Félix José Esquerdo Martínez salió de casa en Alicante para “dar una vuelta” con su moto. Era auxiliar de farmacia, tenía 30 años y ningún indicio previo que anunciara un final trágico. En cuestión de horas, su rastro se cortó como si alguien hubiera bajado el interruptor de su vida cotidiana. 

Cuatro días después, la Guardia Civil halló su moto a unos 15 kilómetros del punto de partida, ya en término de El Campello. Estaba apoyada, sin signos evidentes de accidente; de Félix, ni rastro. Desde entonces, solo quedaban preguntas y un vacío que se ensanchaba con cada batida fallida. 

La familia no se detuvo. Durante años, se organizaron búsquedas con voluntarios y plataformas ciudadanas. En abril de 2024, Plataforma Adonay y Guardias Civiles Solidarios impulsaron una nueva batida en la misma sierra donde había aparecido la moto. Esta vez, algo cambió. 


El 20 de abril de 2024, en una ladera del Barranc d’Aigües, junto a la N-332, apareció un cuerpo en avanzado estado de descomposición dentro de un saco de dormir. El punto estaba “muy cerca” de donde se localizó la moto en 2020. La localización removió todo: era el mismo escenario que tantos ojos ya habían peinado. 

Junto al saco, se recuperaron pertenencias y documentación; las primeras informaciones hablaban ya del hallazgo del cadáver de Félix en esa zona montañosa. El detalle del saco de dormir, por sí solo, abría un abanico de hipótesis que los voluntarios resumieron con una frase heladora: “ahí ocurrió algo”. 

La confirmación pública de la familia llegó poco después: “sus restos fueron encontrados el 20 de abril”. Terminaba la búsqueda, empezaba el duelo… y nacía, al mismo tiempo, otro caso con piezas que no encajan del todo. ¿Cómo pudo pasar inadvertido en un enclave rastreado tantas veces? 


La cronología conocida sigue siendo mínima y contundente: última vez visto el 3 de octubre; moto hallada cuatro días después; años de silencio; aparición del cuerpo a metros del “punto cero”. Algunos testimonios de prensa añadieron que aquel día Félix habló de salir de ruta con amigos conocidos por internet, extremo que nunca arrojó una línea clara de investigación. 

En estos años, la madre de Félix, Isabel Martínez, sostuvo la búsqueda con una constancia que desarma. Su voz —entre entrevistas, carteles y llamadas a nuevas batidas— terminó siendo el metrónomo de la esperanza cuando el caso ya no ocupaba portadas. “Nunca dejé de buscar a mi hijo”, dijo tras el hallazgo. 

Las hipótesis abiertas oscilan entre el accidente solitario mal resuelto y la intervención de terceros; el saco, la cercanía a la moto y la tardanza en encontrarlo alimentan dudas razonables. Los organizadores de la batida que lo encontró sugirieron irregularidades en la búsqueda inicial; la investigación oficial no ha cerrado todavía todas esas aristas. 


Hoy, el nombre de Félix José Esquerdo simboliza una herida con bordes recientes: un joven que salió en moto y reapareció cuatro años después a pocos metros de donde todos miraron. ¿Estuvo allí desde el principio? ¿Lo movieron? ¿Qué pasó realmente aquella tarde de octubre? Porque lo más aterrador no siempre es encontrar un cuerpo… sino asumir que, incluso hallado, las preguntas siguen siendo más grandes que las respuestas. 

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