Henry Alejandro Jiménez Marín: Nochevieja, una discusión… y un silencio que dura años

Trabajó su turno, sonrió a sus compañeros y se preparó para despedir el año. Tenía 20 años, vivía en Orihuela Costa y planeaba brindar con amigos. La madrugada del 1 de enero de 2019, Henry Alejandro Jiménez Marín dejó de estar localizable. Desde entonces, su nombre es una pregunta sin respuesta. 

La última imagen pública no es una foto, es un contexto: Nochevieja en una vivienda de Orihuela Costa, un grupo reducido y un conviviente extranjero entre ellos. Horas después, ninguna llamada, ningún rastro, ningún regreso. La familia denunció la desaparición y comenzó la búsqueda. 

Muy pronto surgió una línea incómoda: una pelea en el piso que Henry compartía. Testigos y allegados hablaron de un enfrentamiento con el compañero de vivienda; desde entonces, la madre ha sostenido que aquel conflicto fue el punto de quiebre. La hipótesis no nació en foros: quedó recogida en prensa local y en testimonios repetidos a lo largo de los años. 


El caso se fue enfriando entre diligencias sin hallazgos y un expediente que terminaría archivado por falta de pruebas. Pero la familia no soltó la cuerda: concentraciones, entrevistas, solicitudes formales y una certeza dolorosa —“mi hijo no se fue por voluntad propia”— que mantuvo vivo el expediente social, aunque el judicial se durmiera. 

El calendario se movió hasta el 31 de diciembre de 2024 y, por fin, algo cambió: el Juzgado de Instrucción nº 3 de Orihuela reabrió la investigación. La jueza volvió a citar al principal investigado —un joven islandés que compartía piso con Henry—, pero, según las crónicas, no compareció y estaría en paradero desconocido. La instrucción volvió a latir; la ausencia, también. 

En enero de 2025, la madre reiteró en medios comarcales su señalamiento y celebró la reapertura tras años de archivo: un pequeño avance en un mar de incertidumbre. El corazón del mensaje no cambió: hubo contradicciones desde el primer día y Henry no salió de aquella vivienda con vida. La justicia, ahora, tiene otra oportunidad para ordenar pruebas y escuchar de nuevo a los testigos. 


La cronología esencial es breve y brutal: Nochevieja de 2018 con amigos; desaparición desde la madrugada del 1 de enero; pelea previa con un conviviente; años de archivo; reapertura en diciembre de 2024; investigado citado que no se presenta. Ningún hallazgo forense, ningún cuerpo, ninguna señal bancaria o digital que rompa el vacío. Cada dato confirmado es, a la vez, un muro. 

No es un misterio romántico: es la angustia de una familia mirando una puerta que no vuelve a abrirse. Cuando desaparece un joven en compañía de conocidos, lo que falte de ciencia forense lo suplen los tiempos, las contradicciones y la insistencia en escuchar lo que no se quiso escuchar al principio. A veces, la pieza que falta no está en el monte ni en el mar, está en una declaración que aún no se ha dicho completa. 

Si estuviste en esa casa, si viste u oíste algo entre la noche del 31 de diciembre de 2018 y la madrugada del 1 de enero de 2019 en Orihuela Costa, tu recuerdo importa. Porque los casos sin cuerpo no son casos sin verdad; solo son verdades que necesitan una voz para abrirse paso. 


Henry tenía 20 años. Despidió el año con amigos. Y nadie le dijo adiós. La investigación está reabierta. La esperanza, también. 

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