La madre del fin del mundo: Lori Vallow y la cronología de una fe convertida en tragedia

Rexburg, Idaho, otoño de 2019. Dos nombres—Tylee Ryan (16) y JJ Vallow (7)—se desvanecen de la vida pública: ya no hay registros escolares, ni fotos nuevas, ni visitas a los vecinos. Su madre, Lori Vallow, recién unida al escritor apocalíptico Chad Daybell, insiste en que “los niños están seguros”. No lo estaban. El 9 de junio de 2020, los investigadores hallaron restos humanos enterrados en el jardín de la granja de Daybell; eran Tylee y JJ. La búsqueda acabó allí; el desconcierto apenas empezaba.

Meses antes, el alrededor ya era una línea de pólvora. En julio de 2019, Charles Vallow—entonces esposo de Lori—murió a tiros en Arizona a manos de Alex Cox, hermano de ella; el caso rebotaría después como posible conspiración. En octubre, Tammy Daybell—esposa de Chad—murió en su domicilio de Idaho en circunstancias “naturales” hasta que, tras la exhumación, la autopsia reabrió todas las hipótesis. Dos semanas después, Lori y Chad se casaron en Hawái. Entre medias, la última vez: Tylee vista el 8 de septiembre de 2019; JJ, el 22. Cuando la policía preguntó por ellos en noviembre, la pareja desapareció. El relato oficial ya no hablaba de “extravío”, sino de una secuencia de creencias extremas, dinero y ausencias.

El sustrato ideológico que emergió en audiencias era tan frío como delirante: una cosmología en la que ciertas personas eran “oscuras” o “zombis” y había que “liberar” obstáculos para cumplir una misión en los “Últimos Días”. Para la fiscalía, ese fanatismo se mezcló con un móvil terrenal: seguros de vida y prestaciones cobradas mientras los menores ya no vivían. La finca de los Daybell se volvió altar: cruces, peluches, carteles con los nombres de los niños.


El 12 de mayo de 2023, un jurado de Idaho declaró a Lori Vallow culpable por la muerte de Tylee y JJ y por conspirar en la de Tammy Daybell, además de fraude por seguir cobrando beneficios vinculados a los menores. El 31 de julio de 2023 fue condenada a cadena perpetua sin libertad condicional.

Un año después, la justicia alcanzó a Chad: el 30 de mayo de 2024 fue hallado culpable por la muerte de Tylee, JJ y Tammy; el 1 de junio recibió la pena de muerte. Dos veredictos que describen una pareja unida por un credo sombrío… y por un plan con punto final en una fosa del patio.

La historia siguió moviéndose de estado. Tras la condena en Idaho, Lori fue extraditada a Arizona para responder por 2019: primero, conspiración en la muerte de Charles Vallow; luego, conspiración en el intento contra Brandon Boudreaux, exmarido de su sobrina. En abril y junio de 2025 sendos jurados la hallaron culpable; el 25 de julio de 2025 recibió dos cadenas perpetuas adicionales. La Corte no vio “visiones”, sino mensajería, dinero y logística.

Mirada en crudo, la línea de tiempo hiela: desapariciones en septiembre de 2019; boda en octubre; hallazgo de restos en junio de 2020; veredicto a Lori en 2023; pena capital a Chad en 2024; nuevas condenas a Lori en 2025. Un calendario donde lo espiritual funcionó como coartada de decisiones contables y finales terrenales.

En los tribunales, el duelo habló sin micrófonos: dormitorios infantiles detenidos en el tiempo, cumpleaños que ya no se celebran, la certeza de que las palabras “misión” y “reino” fueron anestesia para cruzar líneas que no tienen regreso. A ratos, el caso parece ciencia ficción; en el expediente, son localizaciones GPS, historiales bancarios y palas.

Nada de esto fue azar. Los investigadores reconstruyeron, pieza a pieza, cómo la retórica del fin del mundo convivía con pólizas, accesos a cuentas y viajes exprés. Donde algunos veían profecía, la sala vio un método.


Este no es solo el eco de un grupo marginal: es un espejo de época. Advierte del poder de un relato que promete sentido cuando la realidad duele, y del peligro de seguirlo hasta el borde. Aquí el “apocalipsis” no cayó del cielo: entró por la puerta principal y se sentó a la mesa.

¿En qué momento una creencia se vuelve permiso para lo imperdonable? ¿Y cuántas señales—mensajes, cambios de rutina, frases extrañas—pasaron frente a muchos sin que comprendieran que el peligro ya estaba dentro?

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