El 27 de marzo de 2024, Miércoles Santo, en Rabanera (La Rioja), la vida parecía seguir el ritmo lento de siempre: pocas calles, monte alrededor y apenas unas decenas de vecinos que se conocen por el nombre y la voz. Ese mismo día, el nombre de Adolfo Fernández Tabernero, de 67 años, quedó unido para siempre a una sola palabra: desaparecido. Desde entonces, el caso de Adolfo Fernández Tabernero desaparecido en Rabanera es una herida abierta en el corazón del Camero Viejo, uno de esos misterios que parecen demasiado pequeños para los grandes medios, pero demasiado devastadores para quienes viven allí.
Antes de convertirse en un rostro en los carteles de SOS Desaparecidos, Adolfo era “el de siempre” en el pueblo. La ficha oficial lo describe como un hombre de 1,65 m, unos 65 kilos, pelo corto y rizado de color negro, ojos marrones y complexión normal. El día que se le pierde la pista vestía pantalón vaquero, camisa blanca, sin gorra, y llevaba gafas como las que se ven en la fotografía difundida por la asociación. No hay nada llamativo en esa descripción, y quizá eso es lo que más inquieta: podría ser cualquier vecino que te cruzas a diario, el que saludas sin pensar que un día, sencillamente, podría no volver.
Rabanera es un municipio diminuto, un pueblo de apenas treinta y tantos habitantes encajado entre barrancos, pinares y bancales, a casi mil metros de altitud. Allí las distancias son cortas, y los silencios se notan mucho. Según los datos difundidos por el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) y la prensa local, Adolfo desaparece el 27 de marzo de 2024 en el propio pueblo de Rabanera; algunas fichas añaden que fue visto por última vez en Logroño, donde se sitúa uno de sus últimos movimientos conocidos. Después de eso, ni rastro: ni una llamada, ni un pago con tarjeta, ni una cámara que detalle hacia dónde se dirigió.
Lo poco que se ha hecho público sobre esa tarde encaja en unas pocas líneas: fue visto en el entorno de Rabanera el Miércoles Santo, y a partir de ahí se rompe su línea de tiempo. Rioja2, a través de eldiario.es, contaba días después que “un hombre de 67 años lleva desaparecido desde el pasado 27 de marzo; se llama Adolfo F. T. y desapareció en el pueblo de Rabanera, un pequeño pueblo de 33 habitantes del Camero Viejo”. Ese mismo artículo recogía la descripción física y recordaba que su imagen ya circulaba en redes gracias a SOS Desaparecidos. A partir de que la familia se da cuenta de que no ha vuelto a casa, se activa el engranaje que tantas veces vemos en estos casos: llamada al 112, aviso a la Guardia Civil y un pueblo entero preguntándose cómo alguien puede desvanecerse a unos pasos de su puerta.
La respuesta de los agentes llega rápido. La propia noticia de Rioja2 recogía que la Guardia Civil ya tenía constancia de la desaparición y estaba “peinando la zona”: se revisan accesos al pueblo, pistas forestales, márgenes de carreteras y cauces cercanos, mientras los vecinos aportan cualquier dato sobre a qué hora lo vieron por última vez y en qué dirección caminaba. Es la típica escena de desaparición en entorno rural: todoterrenos, chalecos reflectantes, pequeños grupos avanzando entre hierba alta y piedra, en un paisaje que Adolfo conocía de sobra. Y ahí está precisamente uno de los vértigos del caso: ¿cómo se pierde alguien en su propio mapa?
La geografía no ayuda. Rabanera y su entorno forman parte del Camero Viejo, una comarca de montaña de barrancos estrechos, laderas empinadas y caminos que el bosque va cerrando poco a poco. Un mal paso en una zona de piedra suelta, una caída en una umbría o un desvanecimiento junto a un arroyo pueden esconder un cuerpo durante meses, incluso a escasos metros de un sendero. La falta de cobertura en algunos tramos y la casi nula presencia de cámaras públicas complican todavía más la reconstrucción. Cuando las horas pasan y no hay señal del móvil, ni movimiento bancario, ni testigo que sitúe a Adolfo fuera de la zona, la palabra accidente se cruza inevitablemente con otra: misterio.
En paralelo, llega el impulso de las asociaciones. SOS Desaparecidos publica el cartel rojo y blanco con la foto de Adolfo, sus rasgos, su ropa y la referencia 25-12107, acompañado de los teléfonos de contacto 24 horas: 649 952 957 y 644 712 806. La fundación QSDglobal se suma poco después con su campaña “Sin rastro de Adolfo”, recordando que “Adolfo, 67 años, está desaparecido desde el día 27 de marzo de 2024 en Rabanera (La Rioja)” y utilizando el hashtag #TodoYTodosPorEncontrarlo en redes sociales. El caso deja de ser exclusivamente de pueblo para convertirse en una alerta compartida a nivel estatal.
El eco llega incluso a la radio pública. El 19 de junio de 2024, el programa “Servicio de búsqueda” de Radio Nacional de España emite una pieza específica titulada “Adolfo F. T., desaparecido en Rabanera – La Rioja”, en la que se pide colaboración ciudadana y se facilita un número de WhatsApp para enviar mensajes de voz con cualquier información. Es otro paso para peinar no sólo el monte, sino también la memoria: quizá alguien vio algo en la carretera, en un bar de camino a Logroño, en una gasolinera; quizá un detalle que en su momento pareció irrelevante pueda ser, unido a otros, la pieza que falta.
Sin embargo, los meses pasan y no hay un solo hallazgo que permita cambiar de fase. En otoño de 2025, el digital La Voz de Haro resume la situación con un titular que asusta por su frialdad: “Continúa la desaparición sin pistas de un hombre en La Rioja”. En el cuerpo de la noticia se recuerda que “Adolfo F. T., de 67 años, desapareció el 27 de marzo de 2024 en Rabanera sin dejar rastro” y que la investigación sigue abierta más de un año después. No se habla de sospechosos, ni de líneas prioritarias, ni de cambios relevantes en la instrucción: sólo de un expediente que permanece vivo… precisamente porque nada ha permitido cerrarlo.
¿Qué pudo ocurrirle a Adolfo Fernández Tabernero? Las fuentes oficiales manejan, como casi siempre en desapariciones de este tipo, tres grandes hipótesis. La primera: una desaparición involuntaria por accidente o desorientación en un entorno natural complejo, la que muchos vecinos consideran más probable dado el terreno. La segunda: una marcha voluntaria, difícil de sostener cuando no hay señales de vida en más de un año, ni movimientos económicos, ni contactos con la familia conocidos. La tercera: la intervención de terceras personas, de la que no se han hecho públicos indicios concretos, pero que, mientras no aparezca una explicación mejor, tampoco puede descartarse del todo. De momento, ninguna de las tres ha ganado el peso suficiente como para convertirse en versión oficial.
Más allá de los papeles, queda la parte que no aparece en los sumarios: el impacto en un pueblo tan pequeño. En lugares como Rabanera, la desaparición de un vecino no es una noticia pasajera, sino un cambio permanente en el paisaje humano. Cada vez que alguien pasa junto a la casa de Adolfo, cada vez que se organiza una batida o se vuelve a compartir su cartel en redes, se actualiza la misma sensación: “aquí falta uno de los nuestros”. Las crónicas de asociaciones y páginas locales describen esa mezcla de preocupación, cansancio y lealtad silenciosa: se sigue mirando a los lados cuando se sale al monte, se sigue hablando de él en presente, se sigue evitando usar la palabra “nunca” cuando se pregunta si volverá.
El caso de Adolfo también se entiende dentro de un contexto nacional que no deja de crecer. Según el Informe de Personas Desaparecidas 2024 del Ministerio del Interior, sólo en 2024 se investigaron 16.147 denuncias por desaparición en España, un 6 % más que el año anterior. De ellas, el 95,5 % se esclarecieron, y más del 72 % se resolvieron en menos de una semana. Pero la otra cara del dato son los miles de casos activos de larga duración que permanecen abiertos: más de 6.600 personas que, como Adolfo, siguen oficialmente desaparecidas. En esa lista, su nombre aparece como un número de referencia más; para su entorno, es imposible reducirlo a eso.
A día de hoy, Adolfo Fernández Tabernero sigue oficialmente desaparecido. Su ficha en SOS Desaparecidos continúa activa, actualizada cada cierto tiempo con la misma información: desaparece el 27/03/2024 en Rabanera (La Rioja); 67 años entonces, 68 ahora; 1,65 m, 65 kg, pelo corto y rizado negro, ojos marrones, complexión normal; pantalón vaquero, camisa blanca, sin gorra, gafas como en la imagen; referencia 25-12107. Nada ha permitido añadir “localizado” a esa ficha. Ni en vida, ni con el cierre doloroso de un hallazgo forense.
Si viviste o pasaste por Rabanera, el Camero Viejo o las carreteras de acceso a La Rioja en torno al 27 de marzo de 2024, si recuerdas haber visto a un hombre de esas características caminando solo, subido a un coche, preguntando por algún camino o haciendo autostop, esa información sigue siendo valiosa. Cualquier pista puede comunicarse a SOS Desaparecidos (+34 649 952 957 / +34 644 712 806), al 112 o a los canales de la Guardia Civil citando la desaparición de Adolfo Fernández Tabernero. Hasta que alguien aporte esa pieza mínima que falta, Rabanera seguirá siendo el escenario de una pregunta sin respuesta: ¿cómo puede un hombre desaparecer a unos metros de su casa en un pueblo donde todos se conocen… y seguir, más de un año después, escondido entre el monte y el silencio?
0 Comentarios