El enigma de Youssef Enassiri: el menor marroquí que desapareció en Corteconcepción (Huelva)


Youssef Enassiri tenía 16 años cuando su nombre se perdió entre montes, expedientes y silencios. Era verano de 2019, en plena Sierra de Aracena, cuando este menor marroquí, tutelado por la Junta de Andalucía y residente en el centro de menores de Corteconcepción (Huelva), dejó de estar donde todos creían que estaba: bajo la protección del sistema. Desde entonces, nadie ha podido decir con certeza qué fue de él.

Corteconcepción es un pueblo pequeño, rodeado de dehesas y carreteras secundarias, un lugar que suena a tranquilidad. Allí se ubicaba un centro para menores extranjeros no acompañados, chicos que habían cruzado el Estrecho o llegado por otras rutas buscando una oportunidad. Entre ellos estaba Youssef, uno más en un listado administrativo, pero para su familia en Marruecos era mucho más que eso: la esperanza de un futuro mejor.

Según los datos recogidos por asociaciones y prensa local, Youssef desapareció en julio de 2019. La ficha de SOS Desaparecidos lo describe como un chico de 16 años, 1,65 m de estatura, complexión delgada, pelo negro y ojos marrones, desaparecido en Corteconcepción, Huelva. No hay noticia de que llevara dinero, documentación propia o un plan claro para marcharse. Simplemente “dejó el centro y no regresó”.


Lo inquietante es que no se fue solo. Entre junio y septiembre de 2019, un total de catorce menores del mismo centro de Corteconcepción “se marcharon” y nunca volvieron, según recogió la prensa provincial. En los informes internos y comunicados oficiales, muchos de estos casos se etiquetaron como “fugas voluntarias”, un término frío que suena a puerta abierta y a decisión propia. Pero la realidad es que varios de ellos siguen desaparecidos años después.

Con el paso del tiempo, algunos de esos chicos fueron localizados en otros puntos de España o incluso en otros países europeos, viviendo en la calle, trabajando en negro o de nuevo bajo otros sistemas de tutela. Pero en las listas de desaparecidos aún figuran nombres que no han regresado a ningún registro. Entre ellos, el de Youssef Enassiri, que continúa oficialmente en paradero desconocido.

El problema de fondo va más allá de un solo nombre: asociaciones de derechos humanos han denunciado durante años que muchos menores migrantes que “abandonan” centros de protección lo hacen sin red, sin intérpretes, sin apoyo real y sin comprender el riesgo que corren. Son vulnerables a redes de explotación laboral, tráfico de drogas, trata o simplemente a desaparecer en la economía sumergida, donde nadie pregunta y nadie anota.

En el caso de Youssef, no hay —al menos de forma pública— una cronología detallada de sus últimas horas en el centro. No se ha hecho público un testimonio de compañeros que expliquen si habló de marcharse, si tenía a alguien esperándole fuera o si se fue solo de madrugada. Lo poco que sabemos se resume en una frase repetida en los medios: “salió del centro y no regresó”. Y en esa vaguedad es donde crece el miedo.


La Guardia Civil abrió diligencias en su día, como en el resto de fugas, pero no se ha comunicado ninguna línea clara sobre su paradero. No hay referencias a geolocalización de móvil —muchos de estos chicos ni siquiera tenían terminal propio—, ni a movimientos bancarios, ni a cámaras que lo hayan captado más allá del entorno de Corteconcepción. Es como si el caminito de migas se hubiera cortado nada más cruzar la puerta del centro.

Mientras tanto, su nombre ha ido quedando atrapado entre otros muchos en los listados de desaparecidos, en informes parlamentarios y reportajes que hablan del “goteo de menores fugados” en la provincia de Huelva. Son párrafos que resumen vidas enteras en una línea: nombre, edad, fecha, lugar. Pero detrás de “Youssef Enassiri, 16 años, Corteconcepción, julio 2019” hay una familia al otro lado del mar que no tiene un cuerpo al que llorar ni una explicación que pueda entender.

En 2025, algunos medios andaluces volvieron a mencionar su caso al repasar los expedientes aún abiertos en Huelva: desaparecidos sin rastro, casos que nunca han ofrecido un hueso, una mochila, una zapatilla como prueba. Entre ellos, seguía apareciendo él, enganchado a una fecha que ya queda lejos pero no se ha movido: julio de 2019. El tiempo pasa, pero el expediente no se cierra.

La pregunta incómoda es siempre la misma: ¿realmente se fue por su propia voluntad… o a partir de ese “salió del centro” alguien más tomó el control de sus pasos? La etiqueta de fuga voluntaria descarga responsabilidad sobre el sistema, pero no protege al menor. A los 16 años, en un país que no es el tuyo, sin familia cerca, una “decisión” puede ser en realidad el principio de una cadena de coacciones, engaños o simplemente supervivencia desesperada.

Hoy, el caso de Youssef Enassiri es también un espejo en el que mirarse como sociedad: un adolescente migrante puede desaparecer del mapa institucional sin que nadie pueda decir dónde, cuándo ni cómo cayó del radar. Su historia se suma a la de otros chicos que se esfumaron desde centros de protección, recordándonos que la palabra “tutelado” no siempre significa “a salvo”.


 “No hay peor desaparición que la de quien nunca tuvo voz para contarnos quién era.”



Youssef tenía 16 años cuando desapareció en Corteconcepción. No sabemos si soñaba con ser mecánico, cocinero o futbolista. Solo sabemos que un día dejó de estar en un centro perdido entre encinas y, desde entonces, nadie ha podido devolverlo al lugar donde merece estar: en la memoria con respuestas, no solo con preguntas. Su nombre sigue en las listas. Que no se borre también de las nuestras.

Publicar un comentario

0 Comentarios