La alerta familiar se activó esa misma noche y, en horas, su ficha quedó registrada como desaparecido en Pulianas (Granada) con los rasgos físicos que hoy sostienen cualquier aviso: 1,75 m, 70 kg, pelo castaño largo y rizado, ojos verdes, barba y tatuajes en ambos brazos y en la mano izquierda (un ojo). Desde entonces, no hay señal telefónica posterior al mensaje de auxilio.
El itinerario inmediato que reconstruye la familia es cortísimo y por eso duele: el hermano lo dejó en el hotel para que “desconectara” —una costumbre ocasional— y, apenas diez minutos después, Lalo pidió que volviera a por él. Cuando llegó, no estaba. Esos diez minutos son hoy la grieta por la que todo se escapa.
La Guardia Civil abrió diligencias y revisó el entorno del hotel y vías de acceso del parque comercial: rotondas, salidas a la A-44, gasolineras, aparcamientos. No trascendieron testigos que explicaran una salida apresurada ni lecturas de cámaras que lo sitúen más allá del perímetro del B&B. La investigación permanece abierta.
En los meses siguientes, la Subdelegación del Gobierno en Granada reiteró que se trabaja con los medios adecuados a las circunstancias, mientras la familia reclamó más recursos y difusión sostenida. Asociaciones como QSDglobal y SOS Desaparecidos han mantenido el caso en circulación —“cinco… once meses sin rastro”— y han distribuido su cartel incluso en cajeros y comercios para arañar cualquier pista.
Los datos oficiales siguen siendo la brújula: Pulianas, 07/12/2023; 45 años al desaparecer; señas físicas detalladas y referencia 24-11405 en el sistema de SOS Desaparecidos. Es la información que debe usarse al llamar o enviar fotos/vídeos si alguien revisa cámaras privadas de esa noche en el entorno de Kinépolis–Pulianas.
El caso se ha convertido en un ejemplo de lo frágiles que pueden ser las primeras horas: un mensaje de auxilio, un trayecto de diez minutos, entradas y salidas registradas, y sin embargo ningún rastro en adelante. La pieza de Informativos Telecinco fijó públicamente ese marco temporal y la ubicación precisa, multiplicando el alcance del llamamiento familiar.
Granada ha visto otros expedientes que regresan a la prensa para recordar que la difusión continua importa: cada aniversario o mes clave reabre la conversación, suma voluntades y, a veces, genera el dato mínimo que hace avanzar una investigación. En el caso de Lalo, ese dato puede ser una matrícula, una conversación en un hall, o un recorrido de cámara que aún no se ha revisado.
A día de hoy, no hay indicios públicos de que Lalo haya usado tarjetas, sanidad o líneas telefónicas tras el 7 de diciembre. La ausencia de rastros —negativos, pero elocuentes— mantiene el foco en el entorno del hotel y salidas inmediatas. La familia sostiene el pulso con una frase que no pierde fuerza: “Si estuviste allí esa noche, aunque creas que es poco, habla.”
Gonzalo Manuel ‘Lalo’ Maya Cortés no es un expediente; es un hijo y hermano que falta. Si estuviste en Kinépolis/B&B Hotel (Pulianas) la noche del 7 de diciembre de 2023 o guardas grabaciones de esas horas, contacta con la Guardia Civil (062) e indica la referencia 24-11405 de SOS Desaparecidos. A veces, una imagen de diez segundos es la llave que abre una puerta cerrada.
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