La madrugada del 1 de enero de 2019, en Orihuela Costa (Alicante), Henry Alejandro Jiménez Marín, 20 años, salió de un fin de año casero con sus compañeros de piso y, desde entonces, nadie lo ha vuelto a ver. Su madre lo esperaba al día siguiente; su nombre entró en los listados oficiales como desaparecido y la Guardia Civil activó la búsqueda en cuestión de horas.
La última noche dejó un punto de ruptura: una pelea dentro de la vivienda compartida con un joven islandés. Desde ese episodio, el rastro de Henry se apaga: sin movimientos bancarios, sin actividad digital útil y sin testigos que permitan fijar un trayecto claro tras la madrugada de Año Nuevo. La urbanización de Las Chismosas quedó marcada como el último marco verificable.
En los días siguientes, equipos de Guardia Civil recorrieron accesos, descampados y zonas de ocio; la ficha oficial de SOS Desaparecidos fijó 1,81 m, pelo negro rizado, complexión atlética y un tatuaje de tigre en el antebrazo derecho como señales clave para avisos ciudadanos. La alerta se extendió por la Vega Baja y la costa alicantina.
Durante 2019 y 2020, la familia sostuvo el pulso mediático con entrevistas y concentraciones; medios comarcales detallaron que Henry desapareció en torno a las 06:00 tras la Nochevieja “de piso”, siempre con la pelea como punto de partida y con el compañero islandés perfilado en las crónicas como el último en verlo. Las diligencias no dieron un giro visible entonces.
La versión familiar nunca cambió: Henry no se fue por su voluntad. En 2024, al cumplirse cinco años, nuevas piezas recordaron las líneas de trabajo y la ausencia total de indicios de vida; el caso siguió en fase de investigación sin un cierre judicial.
El impulso llegó entre finales de 2024 y comienzos de 2025: varios medios informaron que la jueza de Instrucción n.º 3 de Orihuela reabrió el procedimiento y citó como investigado al compañero de piso islandés, en paradero desconocido. La familia y vecinos se manifestaron en Torrevieja reclamando justicia y cooperación internacional para localizarlo.
La crónica de tribunales añadió que el investigado no compareció a la citación; el foco mediático subrayó que la reapertura coloca de nuevo el ámbito doméstico como escena probable del delito y pide oficios hacia países nórdicos si procede. La palabra “reapertura” se ancló al titular y devolvió el caso a la agenda informativa.
Otra pieza de 2025 relacionó el paradero desconocido del islandés con fricciones previas en la convivencia y reprodujo testimonios que hablan de golpes en la cabeza durante la discusión. Son extremos relatados por el entorno y publicados en prensa local; a día de hoy, su corroboración judicial forma parte de la instrucción.
Mientras tanto, la ficha oficial sigue siendo la brújula para cualquier pista: 01/01/2019, Orihuela Costa, 1,81 m, pelo negro rizado, tatuaje de tigre. Quien tenga imágenes o recuerdos de esa madrugada en la zona de Las Chismosas —bares, garajes, cámaras privadas de comunidades— puede aportar el detalle que no está en el sumario.
El caso de Henry encaja en un patrón difícil: desaparición de alta sospecha tras una pelea intramuros, sin escena externa clara y con silencio digital inmediato. Las estadísticas recuerdan que los primeros días son clave; aquí, el vacío inicial multiplicó la incertidumbre durante años hasta la reapertura actual.
En paralelo, la movilización ciudadana —campañas “¿Dónde está Henry?”, difusión en redes y cartelería— mantiene viva la memoria pública del caso; cada aniversario, los medios vuelven a poner su foto y su tatuaje en portada, recordando que no hay cuerpo y no hay despedida.
A fecha de hoy, la instrucción sigue abierta. La familia pide cooperación internacional y discreción: menos ruido y más oficios, peritajes y localización del investigado. Los cronistas locales resumen así el estado de ánimo: “seis años mirando la misma puerta esperando que alguien la cruce con la verdad”.
Henry Alejandro Jiménez Marín tenía 20 años. Si estuviste en Orihuela Costa aquella madrugada de Año Nuevo de 2019, si viste algo en Las Chismosas o conservas grabaciones de portales, garajes o bares, habla. Llama a la Guardia Civil o a SOS Desaparecidos. La reapertura significa que todavía hay puertas por abrir.
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