La Cala de Mijas (Málaga) — martes 21 de agosto de 2012.
John Martin Leach tenía 65 años, era británico, había trabajado como actor en la serie de la BBC Eldorado y llevaba años viviendo en la Costa del Sol. Aquella mañana salió de su vivienda en La Cala “a dar una vuelta” hasta el núcleo urbano cercano. Llevaba encima su teléfono móvil y apenas unos 10 euros. Nunca regresó.
Leach no era un turista más: había llegado a Mijas en los años 90 para el rodaje de Eldorado y terminó instalándose allí, enamorado del clima y de la vida tranquila junto al mar. Vivía una etapa de salud delicada, recuperándose de una enfermedad, y su rutina se movía entre paseos cortos, cafés conocidos y llamadas a sus hijas en Reino Unido.
Aquel 21 de agosto, según reconstruyeron sus familiares, salió de casa sobre el mediodía rumbo al centro de La Cala. Testigos lo situaron después caminando por la N-340, pasando la barrera que separa el pueblo de la carretera, en dirección a Fuengirola, cerca del bar El Sheriff, entre las 12:30 y la 1:00 de la tarde. Fue la última vez que alguien lo vio con certeza.
La familia creía que quizá se dirigía a un velatorio en el campo de golf de El Chaparral, en un local llamado The Hut. El día anterior había llamado a varios amigos para preguntar si pensaban ir, aunque no concretó con nadie cómo llegaría hasta allí. Esa idea encajaba con su trayectoria por la N-340, pero nunca llegó al encuentro ni volvió a casa.
Otra versión recogida en la prensa local habla de una parada en una gasolinera cercana: John habría tomado un café, invitando a conocidos, cuando contestó una llamada de teléfono, dejó la taza a medias… y se marchó apresuradamente. Después de ese momento, su rastro se borra por completo.
La denuncia se presentó enseguida y la Guardia Civil activó un amplio dispositivo. Se “peinaron” playas, caminos y zonas de matorral en El Chaparral, Los Claveles, El Faro y otros puntos del término municipal. Patrullas, rastreos a pie y controles en carreteras intentaron reconstruir los pasos de John Martin Leach en las horas posteriores a su desaparición. No hubo resultado.
Cuando los registros sobre el terreno se agotaron, la investigación se desplazó a estaciones de transporte: paradas de autobús, trenes, taxis. Se revisaron movimientos de su teléfono móvil y posibles salidas hacia otras ciudades, sin detectar nada relevante. Tampoco aparecieron cargos en cuentas bancarias ni uso de tarjetas después del 21 de agosto de 2012.
Su hija Jess viajó a España y se convirtió en la voz del caso. Concedió entrevistas a medios británicos y españoles, apareció en programas de televisión y llenó las redes con la foto de su padre, pidiendo cualquier pista: “Escuchamos cómo nos decía desde la puerta ‘¡hasta luego, chicas!’… y nunca más volvimos a saber de él”, contaba entre lágrimas a la prensa.
Los años pasaron sin noticias, pero Mijas no lo olvidó. En 2015, el ayuntamiento inauguró el Parque de los Sentidos, donde plantó cinco árboles con placas en memoria de sus vecinos desaparecidos de larga duración: Amy Fitzpatrick, Isabel María Cortés, Francisco Ruiz Galán, el senderista Juan Antonio Gómez Alarcón… y el actor británico John Martin Leach.
Cada 9 de marzo, Día de las Personas Desaparecidas sin Causa Aparente, el municipio celebra un acto institucional. En él se recuerda uno por uno a esos cinco ausentes, se lee un manifiesto y se renueva el compromiso de no dejar que sus nombres se diluyan en el tiempo. John figura siempre en esa lista, como “el vecino que un día salió de casa y no volvió a cruzar la puerta”.
A nivel policial, su expediente permanece abierto como desaparición sin causa aparente. No hay constancia pública de hallazgos posteriores, restos ni pertenencias recuperadas que permitan orientar el caso hacia un accidente concreto, una marcha voluntaria o un hecho delictivo. El tiempo, de momento, solo ha acumulado preguntas.
Para la comunidad británica de la Costa del Sol, el caso de John Martin Leach es una herida compartida: un rostro conocido de la televisión que eligió Mijas como refugio y que se desvaneció en pleno día, en un trayecto corto, con gente esperándolo al otro lado. Para su familia, es algo mucho más simple y mucho más devastador: un padre que dijo “hasta luego” y nunca pudo explicar qué le pasó.
Porque en la historia de John no hay una escena final, ni créditos, ni cierre. Solo un plano congelado: la imagen de un hombre de 65 años caminando junto a la N-340, el teléfono en el bolsillo, el mar a un lado y la vida al otro. Desde entonces, La Cala de Mijas sigue repitiendo la misma pregunta, año tras año: ¿dónde está John Martin Leach? Y en esa pregunta, toda una ciudad se niega a dejarlo caer en el olvido.
0 Comentarios