La tarde-noche del 24 de enero de 2009, Marta del Castillo Casanueva, 17 años, salió de su casa en el barrio de Tartessos (Sevilla) para ver a su exnovio, Miguel Carcaño. A las 21:00 envió su último mensaje; a las 21:30 su móvil se apagó. Su familia denunció la desaparición esa misma madrugada. Días después, Carcaño confesó el asesinato y señaló el río Guadalquivir como destino del cuerpo. Desde entonces, el país busca una verdad que no termina de llegar.
La “última vez” acreditada sitúa a Marta con Carcaño en torno a las 22:00–22:30 cerca de su domicilio; él declaró distintas secuencias sobre la despedida y el supuesto traslado del cadáver. La investigación viró pronto del “retraso adolescente” a un crimen sin escenario recuperable. Durante semanas, río, marismas, pozos y descampados se rastrearon sin hallazgos; fue uno de los despliegues de búsqueda más masivos que recuerda la policía española.
El caso quedó marcado por la mutación continua del relato del asesino confeso: hasta siete versiones sobre cómo y dónde se deshizo del cuerpo (del Guadalquivir a contenedores/vertedero y a zonas de Camas). Esa inestabilidad, sumada a indicios parciales (sangre de Marta en una prenda de Carcaño), dificultó fijar una cronología forense definitiva. El cuerpo jamás apareció.
En enero de 2012, la Audiencia de Sevilla condenó a Carcaño por asesinato a 20 años de prisión, absolviendo a los demás acusados de los delitos principales; fijó indemnizaciones para los padres y hermanas de Marta. En febrero de 2013, el Tribunal Supremo agravó la pena hasta 21 años y 3 meses y precisó prohibiciones de residencia y (después) de aproximación prolongadas. El resto de implicados quedó sin condena por homicidio.
El capítulo procesal más reciente de los secundarios fue oscilante: en junio de 2022, el menor Javier García “El Cuco” y su madre fueron condenados por falso testimonio en el juicio de 2011; pero en junio de 2024, la Audiencia de Sevilla revocó y los absolvió, al entender que El Cuco declaró como testigo-imputado (figura no regulada) y que su madre no mintió en extremos “trascendentales”.
Mientras, Carcaño ha seguido acaparando titulares: en 2025 fue trasladado a la prisión Málaga II (Archidona) tras incautarle dispositivos electrónicos en su celda de Herrera de la Mancha, abriéndose expediente disciplinario. La noticia recordó que sigue siendo el único condenado por el crimen y que su inestabilidad declarativa ha impedido recuperar a Marta.
Quince y dieciséis años después, la investigación ha tenido reactivaciones técnicas: peritajes de telefonía y posicionamientos reanalizados, con nuevas localizaciones de interés que no llegaron a convertirse en hallazgo; y búsquedas privadas impulsadas por la familia en 2025 con equipos especializados, discretas y sin resultados públicos. La expectativa renace en cada aniversario y se apaga ante la falta de prueba nueva.
El dolor civil se sostuvo en los Del Castillo–Casanueva: campañas, carteles, vigilias y un compromiso que convirtió el caso en símbolo nacional. Cada enero, medios e instituciones recuerdan que no hay duelo sin cuerpo; y que la certeza judicial (condena firme) convive con la incertidumbre emocional (ausencia de restos). “No me iré de Sevilla sin traer a Marta a casa”, ha repetido Antonio del Castillo.
En términos de lecciones investigadoras, el expediente enseñó los límites de trabajar sin escena primaria y con relatos mutantes: la ausencia de CCTV útil en 2009, la degradación natural de indicios y la imposibilidad de contrastar versiones sin anclaje físico. De ahí que cada “nueva versión” de Carcaño se haya sometido a un listón probatorio más alto, exigiendo corroboración objetiva para reabrir búsquedas a gran escala.
Hoy, Marta del Castillo sigue desaparecida a efectos de localización de restos; el caso está cerrado en lo penal respecto al autor condenado, pero abierto en la memoria y, puntualmente, en diligencias auxiliares. España aprendió con ella que una condena sin cuerpo puede ser legalmente suficiente e, igual de cierto, humanamente insoportable. La pregunta no cambia desde 2009: ¿dónde está Marta?
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