Óscar Morón Moreno — Cunit (Tarragona), 15 de julio de 2024: un año sin respuestas


La tarde del 15 de julio de 2024, Óscar Morón Moreno salió de Cunit, en el Baix Penedès, y se desvaneció del mapa. Tenía 49 años entonces. Desde ese momento, ninguna cámara, ningún tique, ningún paso digital ha contado el resto del trayecto. La ficha de alerta fijó el punto cero: Cunit, Tarragona. 

Óscar mide alrededor de 1,80 m, complexión normal, unos 90 kg, pelo corto canoso, barba y bigote, ojos castaños. Lleva “distintos tatuajes en brazos y pierna”, un rasgo clave para su identificación si alguien lo ve de pasada, en una estación, en una sala de espera, en una cola cualquiera. 

La desaparición quedó registrada por SOS Desaparecidos con la referencia 24-13125. La alerta continúa activa, con teléfonos 24 h para cualquier pista: 649 952 957 y 644 712 806. Desde entonces, su nombre sigue presente en paneles, carteles y cronologías que se actualizan menos de lo que debería. 


Con el paso de las semanas, la búsqueda saltó de los muros del municipio a pantallas por toda España: la red de cajeros Euronet incorporó su cartel en rotación, multiplicando impactos entre viajeros y transeúntes ajenos a la prensa local. Cada segundo en pantalla es una posibilidad de cruce con alguien que lo haya visto. 

El caso también dio el salto a la prensa de sucesos. Algunos relatos recogieron el testimonio de allegados y líneas de investigación sobre su vida reciente; hipótesis que la familia ha pedido explorar a fondo. Son piezas de un rompecabezas sin confirmación judicial, pero que recuerdan que nadie desaparece en vacío. 

Un año después, en redes sociales todavía se lee el mismo ruego de su entorno: “si lo ves, di algo”. No es literatura; es protocolo de supervivencia para las familias: fijar el rostro, repetir el nombre, señalar el último lugar cierto, y empujar a que la gente mire dos veces las caras del andén. 


La investigación oficial sigue abierta. No han trascendido hallazgos materiales que desplacen el foco de Cunit ni que permitan reconstruir sus pasos inmediatamente posteriores. En la práctica, eso significa que todas las hipótesis continúan en mesa: marcha voluntaria, accidente, delito. Ninguna con evidencias públicas concluyentes.

En los primeros días de cualquier desaparición, el tiempo es elasticidad y plomo. Poca gente repara en que las copias de cámaras privadas caducan en cuestión de días. Si viviste o trabajaste en Cunit y alrededores en julio de 2024 y aún conservas grabaciones, ahí puede estar el fotograma que falta.

También ayudan los “detalles invisibles”: un tatuaje que asoma bajo una manga, una cojera nueva, una mochila que no llevaba antes, un acento fuera de sitio. La ficha oficial no es poesía: es un algoritmo humano para reconocer lo que el ojo no esperaba ver. 


Quien busca a un familiar aprende a sostener dos ideas a la vez: que quizá esté lejos, y que quizá esté a dos calles. Por eso la insistencia en revisar estaciones, centros de salud, comedores, parroquias, hostales económicos y cualquier red de apoyo donde el anonimato sea refugio y condena.

Cunit, como tantos pueblos costeros, multiplica caras en verano y las diluye en otoño. La desaparición de Óscar partió justo esa frontera: una fecha que mezcla residentes y viajeros, que complica listados y rutinas. Tal vez por eso el eco no ha parado, porque cualquier turista pudo ver lo que el vecino no.

Si te cruzaste con alguien con su descripción en trenes de cercanías, buses interurbanos, áreas de servicio de AP-7/N-340 o en municipios colindantes, la pista es útil aunque sea vieja: las rutas de paso dibujan mapas de probabilidad y, a veces, una referencia extemporánea encaja con otra tardía.


Óscar Morón Moreno sigue desaparecido. Repite su nombre, comparte su ficha, guarda estos teléfonos en tu móvil: 649 952 957 y 644 712 806 (SOS Desaparecidos). Si trabajas en comercio, transporte o seguridad privada y tienes acceso legal a grabaciones de julio de 2024 en la zona de Cunit, pide la revisión. Y si crees que tu detalle “no sirve”, recuerda: a menudo, la llave no la abre quien más sabe… sino quien, por fin, se atreve a hablar. 

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