Serón, un pequeño municipio de la sierra de Almería, amaneció el 27 de octubre de 2021 como un día cualquiera. Nadie podía imaginar que esa fecha quedaría para siempre asociada a un nombre que hoy sigue en los listados de menores desaparecidos en España: Rida Allam, 15 años, 1,50 de estatura, 45 kilos, pelo rubio.
De Rida no se ha hecho público un “último recorrido” detallado: no hay una reconstrucción oficial de si salió de casa rumbo al instituto, si quedó con alguien o si simplemente se esfumó entre las calles del pueblo. Lo que sí consta, y se repite en todas las fichas, es lo esencial y frío: fecha de desaparición, 27/10/2021; lugar, Serón (Almería); edad, 15 años. Lo demás es silencio administrativo… y angustia familiar.
La organización SOS Desaparecidos activó el cartel de alerta con la etiqueta de MENOR DESAPARECIDO: fotografía, nombre, referencia 25-05116, y una descripción mínima que hoy es casi lo único que se sabe de él. Altura 1,50 m, peso 45 kg, pelo rubio. Ninguna marca señalada, ningún dato sobre la ropa de aquel día. Sólo una cara joven mirando a cámara, convertida en póster, en tuit, en pegatina.
Poco después, la Fundación ANAR, que gestiona en España la línea 116000 para niños y adolescentes desaparecidos, incorporó el caso de Rida a su listado de menores buscados: “Age of disappearance: 15 years old. Date: 27/10/2021. Place: Serón, Almería”. Estaba ya dentro de la categoría más temida: esos chicos de los que no se sabe si se fueron, se perdieron… o se los llevaron.
Serón es un pueblo de menos de 2.000 habitantes, rodeado de monte, almendros y cortijos dispersos. Esa geografía, tan bonita en las postales, se convierte en un laberinto cuando alguien falta. Barrancos, pistas de tierra, caserías abandonadas, cunetas que nadie mira dos veces… Si hubo batidas iniciales, no han trascendido detalles públicos de hallazgos: ningún rastro confirmado, ningún objeto asociado a Rida ha sido comunicado a día de hoy.
El paso del tiempo ha ido cambiando los números en los carteles, pero no la herida: edad actual 19 años, recalca ya la ficha actualizada de SOS Desaparecidos. El encabezado no se mueve: “Desaparecido hace 4 años”. Cada actualización del cartel es un recordatorio brutal de algo muy simple: mientras el mundo avanza, Rida sigue en paradero desconocido.
En este tipo de desapariciones prolongadas hay hipótesis que se repiten: fuga voluntaria, desaparición vinculada a conflicto familiar, accidente en zona de monte, captación por terceros… Pero en el caso de Rida Allam no hay, a día de hoy, ninguna línea oficial de investigación hecha pública que se haya consolidado. No hay detenciones, no hay informe forense, no hay escena del crimen. Sólo la sospecha general de que no es normal que un menor de 15 años se esfume sin dejar huella.
Lo que sí existe es un patrón que los expertos conocen demasiado bien: chicos con muy poca presencia mediática, con expedientes discretos, cuyos nombres no salen en tertulias ni documentales. ANAR avisa desde hace años de que en España hay cientos de menores desaparecidos de larga duración, muchos de ellos adolescentes, cuyos casos apenas llegan al gran público si no hay un giro mediático. Rida forma parte de esa lista silenciosa.
Mientras tanto, la única voz constante es la de las asociaciones que no dejan caer el cartel en el olvido. SOS Desaparecidos mantiene activos sus teléfonos 24 horas —649 952 957 y 644 712 806—, insistiendo en que cualquier avistamiento, por mínimo que parezca, debe comunicarse. Una cara que se parece en un autobús, una coincidencia en un albergue, un nombre que suena en un registro administrativo pueden ser la chispa que cambie el rumbo del caso.
En Serón y en la comarca del Almanzora, su nombre se recuerda de forma más íntima: en aulas donde durante un tiempo faltó una silla, en pasillos donde alguien pregunta todavía “¿te acuerdas de Rida?”. La vida de un pueblo rural se mide también por aquellos que ya no están; en las fiestas, en los partidos, en las fotos de grupo donde ahora hay un hueco. Ese hueco tiene nombre y apellidos.
Hay algo especialmente inquietante en la desaparición de un adolescente: está en esa frontera en la que ya no es un niño, pero tampoco un adulto con recursos y redes propias. Depende de otros, confía en otros, sube a coches ajenos, responde a mensajes, abre puertas. Y ahí, entre la confianza y la vulnerabilidad, es donde a veces se cuela el monstruo. El caso de Rida Allam, menor desaparecido en Serón (Almería), es exactamente ese tipo de pesadilla: la de un chico que podría ser el vecino, el compañero de clase… y que un día simplemente no regresa.
“No hay nada peor que no saber.”
Esa frase se repite en boca de muchas familias de desaparecidos de larga duración. No saber si buscar en hospitales o en fronteras, en caminos de tierra o en listados administrativos. No saber si llorar un duelo o seguir peleando cada día por una pista nueva. En el expediente de Rida, esa incertidumbre es lo único constante desde 2021.
Rida Allam tenía 15 años cuando desapareció en Serón, Almería. Hoy tendría 19. Hasta que alguien cuente qué vio, qué supo, o qué calló, su caso seguirá siendo una de esas historias que se deslizan entre montañas, carreteras secundarias y despachos. Y en cada pantalla donde aparezca su cartel, la petición será la misma: si lo has visto, si crees haberlo visto, habla. Porque mientras no se rompa el silencio, Rida sigue atrapado en esta pesadilla sin final.
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