Durante un año y medio, la búsqueda fue puro vacío. Familia, amistades y colectivos colgaron fotos, hicieron vigilias y repitieron su nombre en los medios. La Guardia Civil mantuvo abiertas varias líneas, con un nombre que aparecía una y otra vez: David S. O., apodado “El Tuvi”, un conocido de Wafaa con antecedentes. Él negó verla aquel día; el caso se enfrió.
El 17 de junio de 2021 llegó el giro: detenido por su relación con la desaparición, El Tuvi señaló un pozo en una finca de La Pobla Llarga, municipio vecino de Carcaixent y vinculado a su familia. Allí, los agentes hallaron el cuerpo de Wafaa tras 19 meses bajo tierra y piedra. Era el final de la búsqueda… y el principio del relato de lo que ocurrió.
La instrucción y los informes forenses dibujaron una secuencia brutal: agresión sexual, violencia extrema —disparos con una escopeta de perdigones, puñaladas, golpes— y asfixia antes de arrojar a Wafaa al pozo. La investigación desmontó atenuantes por consumo o trastorno y fijó la idea de ensañamiento y alevosía.
En noviembre de 2024, el juicio con jurado en la Audiencia de Valencia fue seguido por todo el país. El tribunal reprendió a la defensa por intentar culpabilizar a la víctima, recordando que a quien se juzgaba era al acusado. Días después, el jurado declaró culpable a El Tuvi por asesinato y agresión sexual, con unanimidad en todas las cuestiones.
El 16 de diciembre de 2024, la Sección Primera de la Audiencia de Valencia impuso la prisión permanente revisable: la pena más alta del sistema español para asesinatos con circunstancias cualificadas. En la sentencia se resaltó la tortura previa, la agresión sexual y la ocultación del cuerpo en el pozo.
La condena cerró el círculo judicial, pero no el duelo. La Pobla Llarga declaró días de luto y fijó el 17 de junio como jornada de recuerdo a Wafaa y de condena a la violencia machista. Para su familia, el veredicto fue justicia, no reparación: “¿Por qué?”, preguntó su madre ante la prensa, sin esperar respuesta.
Más allá de la sentencia, el caso dejó huellas en la conversación pública: el papel de las asociaciones en búsquedas largas, la necesidad de protección efectiva ante agresores reincidentes y la importancia de una instrucción forense que sobreviva al paso del tiempo y a la ocultación deliberada de pruebas. Wafaa dejó de ser una foto en un cartel y se convirtió en un símbolo.
La cronología, hoy firme, cabe en pocas líneas: desaparición el 17/11/2019 en Carcaixent; hallazgo del cuerpo el 17/06/2021 en un pozo de La Pobla Llarga; veredicto de culpabilidad en diciembre de 2024; prisión permanente revisable contra David Soler, “El Tuvi”. Entre esos hitos, una sociedad que no dejó de mirar al pozo y pronunciar su nombre.
“Le quitaron la vida. La arrojaron a un pozo. Pero su voz siguió sonando… hasta que la verdad salió a la superficie.”
Wafaa Sebbah tenía 19 años. Su historia no termina en la pena, sino en el compromiso de recordarla y de sostener, por encima del ruido, una certeza: la justicia es memoria en voz alta.
1 Comentarios
Estos asesinos que matan ,o no salir en la vida de la calcer ,o hacerles lo mismo que han hecho ellos ,
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