Wangyu Chen tenía 14 años. Vivía en Málaga, estudiaba, hacía su vida como cualquier chica de instituto y, como tantas adolescentes, repartía su tiempo entre clases, redes sociales y la familia. El 3 de agosto de 2021, su nombre salió de la rutina para convertirse en alerta: desaparecida en la capital malagueña, ni una llamada de vuelta, ni un “ya estoy en casa”. Desde ese día, nadie de su entorno cercano ha vuelto a verla.
Según la ficha difundida por la asociación SOS Desaparecidos y recogida por medios especializados, Wangyu se perdió en algún punto de Málaga ciudad. No se ha hecho pública la dirección exacta, solo la referencia a la provincia y la fecha: 03/08/2021. Era una tarde de verano como cualquier otra, pero a partir de ese momento el tiempo se detuvo para su familia.
Los primeros datos compartidos fueron muy concretos: 1,60 m de estatura, complexión corpulenta, pelo largo y negro, ojos también negros. Se especificó además que en el momento de la desaparición tenía 14 años recién cumplidos —nació el 24 de mayo de 2007— y que cualquier pista debía comunicarse de inmediato a los teléfonos de emergencia de SOS Desaparecidos o al correo de la asociación. Aquella ficha se convirtió en su única “presencia” visible.
La alerta se difundió en redes sociales, en prensa digital local y en páginas dedicadas a casos de personas desaparecidas. Portales como “Desaparecida en Málaga: se busca a Wangyu Chen” repitieron su descripción física, la fecha, el lugar, y los datos de contacto. No había detalle de la ropa con la que salió ni de un recorrido exacto. Solo la certeza de que, a partir de cierto punto del día, nadie supo más de ella.
La familia de Wangyu —de origen asiático, según se desprende tanto del nombre como de las alertas— optó por mantener un perfil muy bajo en medios generalistas. No hay entrevistas extensas ni grandes apariciones televisivas recogidas en hemeroteca abierta: la voz principal ha sido la de los carteles y publicaciones compartidas una y otra vez. Detrás de cada “RT”, de cada compartir en Facebook, hay una familia sosteniendo la esperanza en silencio.
Desde el punto de vista policial, el caso está catalogado como desaparición de menor en territorio urbano. Eso implica que, desde el principio, se activó el protocolo habitual: revisión de entornos frecuentes, contactos recientes, posibles desplazamientos en transporte público y revisión de cámaras allí donde era viable. Ninguna de esas líneas, según lo que ha trascendido, arrojó un hilo firme que explicara qué ocurrió después del 3 de agosto. La investigación continúa, pero sin resultados comunicados a la opinión pública.
Con el paso de los meses y luego de los años, el nombre de Wangyu se fue uniendo a listados más largos: resúmenes anuales de personas que siguen desaparecidas, recordatorios en reportajes sobre menores que nunca volvieron a casa. En uno de esos balances se la menciona junto a otros nombres —Jesús, María Dolores, Stephanie…— como parte de los casos que permanecen abiertos desde 2021. Es la forma fría en la que un sistema anota lo que para una familia es una pesadilla diaria.
Lo que no existe en los expedientes también habla: no hay noticia de hallazgo de restos, ni anuncio oficial de localización con vida, ni desactivación pública de la alerta. Tampoco consta —en fuentes abiertas— una orden de búsqueda internacional que apunte a una fuga al extranjero. La desaparición de Wangyu, a día de hoy, se dibuja como un corte brusco en Málaga: un antes y un después separados por un verano que quedó congelado.
En ausencia de datos, nacen las hipótesis. ¿Marcha voluntaria? ¿Captación por parte de alguien a través de redes sociales? ¿Un entorno de vulnerabilidad no visible desde fuera? Los medios que se hicieron eco del caso evitaron alimentar teorías no confirmadas y se limitaron a reforzar lo único verificable: fecha, lugar, edad, descripción física y teléfonos de contacto. La policía, por su parte, mantiene la discreción habitual en este tipo de investigaciones.
El tiempo, sin embargo, no borra los rostros. Los carteles con la foto de Wangyu —una adolescente de rasgos asiáticos, cabello largo y oscuro— siguen apareciendo de vez en cuando en hilos de X (Twitter), en artículos recordatorio y en páginas de asociaciones. Cada reaparición es una forma de decir: “Este caso no está cerrado. Esta chica sigue faltando”. Y mientras no haya una comunicación oficial que diga lo contrario, su situación continúa siendo la de persona desaparecida.
Para Málaga, el nombre de Wangyu se suma a la lista de misterios que no tienen respuesta clara. Una ciudad acostumbrada al turismo, a las calles llenas de gente, al ruido constante… pero donde una adolescente pudo desvanecerse sin que nadie, al menos de forma pública, pueda explicar cómo. Un recordatorio incómodo de que la desaparición no siempre ocurre en descampados, montes o carreteras solitarias: también puede suceder en plena urbe.
“No hay nada más difícil que buscar a alguien cuando ni siquiera sabes por dónde empezar.”
El caso de Wangyu Chen es eso: una búsqueda sin mapa, sostenida por una familia que, probablemente, mira cada cara en la calle, cada noticia, cada llamada perdida, con la esperanza de que sea ella. Mientras tanto, su ficha sigue en pie, como una pequeña ventana que repite su descripción una y otra vez, esperando que alguien reconozca esos ojos negros en algún lugar.
Wangyu Chen tenía 14 años cuando desapareció el 3 de agosto de 2021 en Málaga. Mide aproximadamente 1,60 m, es de complexión corpulenta, con pelo largo negro y ojos del mismo color. Si la viste, si crees haber coincidido con alguien que se le parezca o tienes cualquier información, por mínima que sea, puedes contactar con SOS Desaparecidos (teléfonos 642 650 775 y 649 952 957, correo info@sosdesaparecidos.es) o con la Guardia Civil y Policía Nacional. Porque a veces, una sola llamada es la que rompe el silencio.
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