Era septiembre de 2019 en Rexburg, Idaho. Tylee Ryan, 17 años, y su hermano adoptivo Joshua “JJ” Vallow, 7, vivían con su madre, Lori Vallow, y su nuevo esposo, el novelista apocalíptico Chad Daybell. El 8 de septiembre, Tylee fue vista por última vez en una visita familiar al Parque Nacional Yellowstone. El 23 de septiembre, JJ asistió a clases por última vez. Después de esos días, ambos se desvanecieron del mapa, mientras las excusas de su madre se multiplicaban y no cuadraban.
Cuando familiares pidieron una verificación de bienestar, la policía encontró un piso impecable… pero sin rastro de los niños. Para entonces, la pareja ya hablaba en privado de “espíritus oscuros” y “zombis” que, según su ideología, habitaban cuerpos que había que “liberar”. En noviembre, Lori y Chad se marcharon a Hawái sin denunciar la supuesta desaparición de Tylee y JJ, un detalle que disparó todas las alarmas.
En Idaho y Arizona, los investigadores comenzaron a unir piezas: un círculo de creencias doomsday, mensajes sobre apocalipsis, y muertes alrededor del dúo. Tammy Daybell —esposa de Chad— había fallecido repentinamente en octubre de 2019; su cuerpo fue exhumado y la muerte reclasificada como homicidio por asfixia. El caso dejaba de ser una simple desaparición y se convertía en un rompecabezas mortal.
El 9 de junio de 2020 llegó el golpe definitivo. Tras una orden de registro en la propiedad rural de Chad, los agentes localizaron restos humanos enterrados. Aquello que muchos temían quedó confirmado: eran Tylee y JJ. Los hallazgos describieron la crudeza del encubrimiento: enterramientos improvisados y evidencias de intento de destrucción. La comunidad de Rexburg quedó helada.
Mientras se cerraba el cerco, el relato de la fiscalía tomó forma: Tylee y JJ habían sido asesinados en el otoño de 2019, y sus cuerpos ocultados en la finca de Daybell. La ideología de Lori y Chad —una mezcla de pseudo-profecías, listas de “luz” y “oscuridad” y visiones del fin de los tiempos— no era un telón de fondo: habría sido el motor para justificar lo injustificable.
En mayo de 2023, un jurado de Idaho declaró a Lori Vallow culpable de asesinato y conspiración por la muerte de sus dos hijos y por conspirar en la muerte de Tammy Daybell. El juez le impuso cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, con sentencias consecutivas. Su imagen de “madre protectora” se derrumbó para siempre.
Chad Daybell fue juzgado aparte. En mayo de 2024, un jurado lo declaró culpable de asesinar a Tylee, JJ y Tammy. Meses después, recibió la pena máxima prevista por Idaho: sentencia de muerte. Para quienes siguieron el caso desde 2019, el veredicto cerró el capítulo judicial principal, aunque el duelo de las familias sigue abierto.
Los registros y peritajes contaron el resto: el último viaje a Yellowstone con Tylee, la última jornada escolar de JJ, el súbito silencio de ambos teléfonos, y la huida tropical de la pareja mientras el país entero buscaba a los niños. Cada punto en la cronología reforzaba el mismo trazo: planificación, ocultación y un credo extremo que sirvió de coartada moral.
A partir de 2023, y con Chad ya en el corredor de la muerte en 2024, las apelaciones y asuntos conexos han seguido su curso, pero los ejes del caso no se han movido: los niños desaparecieron a comienzos de septiembre de 2019; sus restos se hallaron enterrados en 2020 en la propiedad de Daybell; y ambos adultos fueron responsabilizados penalmente en Idaho.
Tylee tenía 17 años. JJ, 7. Dos vidas que iban de excursiones y clases a convertirse en símbolos de una tragedia que mezcló fanatismo y violencia. La casa que debía protegerlos se volvió su mayor peligro. Porque a veces, lo más aterrador no son las sombras del fin del mundo… sino los fanáticos que deciden crear su propio apocalipsis dentro de casa.
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