Caroline del Valle: la adolescente que se desvaneció entre Sabadell y Sants (2015) — cronología, últimas pistas y caso abierto

Barcelona, 14 de marzo de 2015. Madrugada de sábado. Caroline del Valle, 14 años, sale de casa —vivía con su familia en la Zona Franca— para reunirse con un grupo de amigos. La excursión nocturna tenía un destino claro: la Zona Hermética de Sabadell, entonces epicentro del ocio juvenil. Nunca volvió. 

La última noche de Caroline se reconstruye así: tren hacia el Vallès, caminatas entre locales y un grupo numeroso de chavales, algunos mayores, otros menores. A primera hora, una intervención policial desbarata la madrugada: el grupo echa a correr y se dispersa “cada uno por su lado”. Fue el último momento en que alguien dijo verla con certeza. 

Tras la estampida, varios amigos rehicieron la ruta de vuelta a Barcelona y acordaron reagruparse ya de día en la zona de Sants. Allí faltaba una sola persona: Caroline. Desde entonces, no hay rastro confirmado de ella en cámaras, autobuses o trenes. Ninguna transacción, ninguna llamada, ningún movimiento de móvil. Silencio.


El primer gran error público fue describirla como una menor “tutelada”. No lo era: seguía viviendo con su familia y salía de casa con normalidad. Ese matiz importó y mucho; torció percepciones y desvió miradas en las primeras horas, justo cuando cada minuto cuenta en una desaparición.

La investigación arrancó en Mossos con la Unidad de Desaparecidos y, con los años, pasó a Homicidios: se trabaja con la hipótesis de una agresión sexual y muerte violenta, sin excluir otras líneas. La última localización sólida sitúa a Caroline en la Zona Hermética la madrugada del 14 de marzo; desde 2022, los investigadores revisan escenarios, compañías y posibles trayectos de salida en vehículo. 

A ras de calle, la cronología deja flecos: ¿quién fue la última persona que habló con ella tras la carrera? ¿Subió a un coche? ¿Cayó en un punto ciego entre polígonos y descampados? Varios testimonios la ubican por última vez huyendo de la redada; ninguno aporta prueba física. La ausencia de huellas —móvil, ropa, ADN en puntos clave— sugiere intervención de terceros con capacidad para borrar rastro. 


Con el tiempo aparecieron nombres, desmentidos y pistas de corta vida. Se peinaron solares, vías, naves; se cribaron cámaras y trayectos de bus nocturno. La realidad forense sigue congelada: no hay cuerpo, no hay escena, no hay objeto inequívoco que cierre el mapa de la madrugada. En investigaciones así, el “vacío probatorio” es, por sí mismo, un indicio de planificación. 

Mientras tanto, la familia no ha dejado de empapelar la ciudad con su rostro y de empujar el caso en medios y juzgados. Cada aniversario, la misma promesa y la misma pregunta: “¿Qué le pasó a Caroline?”. Para su madre, Patricia, no hay descanso posible sin verdad ni despedida.

Diez años después, la ficha de Caroline sigue activa: 1,53 m, complexión menuda, desaparecida con 14 años y vista por última vez en Sabadell la madrugada del 14-M. El foco policial permanece abierto en un perímetro doble —Sabadell/Sants— que aquella noche funcionó como vasos comunicantes y, a la vez, como laberinto. 

Caroline del Valle no es un titular antiguo: es un caso vivo. Un recordatorio de cómo se apaga una vida en minutos entre luces de neón, polígonos y trenes de cercanías; de cómo una redada desata carreras y una carrera, un vacío. Si sabes algo, por pequeño que parezca, dilo: a veces la pieza que falta es la más diminuta del puzle. 


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