La desaparición de Aniano Orive Martínez: el mendizale de 82 años que se esfumó entre Larreineta, La Arboleda y la zona urbana de Trapagaran




La mañana del 19 de octubre de 2022, en el Valle de Trápaga-Trapagaran (Bizkaia), un hombre de 82 años salió de casa como cualquier otro día. Se llamaba Jesús Aniano Orive Martínez, aunque para casi todos era simplemente Jesús. Ese día cogió su tarjeta Barik, se movió por un entorno que conocía de memoria, y a partir de cierto punto su rastro se rompe. Desde entonces, la desaparición de Aniano Orive Martínez es uno de los misterios más inquietantes de la zona minera vizcaína: un mendizale experimentado, familiar, que se desvaneció entre monte y ciudad y, tres años después, sigue sin aparecer. 

Antes de convertirse en un cartel de SOS Desaparecidos, Aniano era el “aita” de una familia muy unida. Viudo desde un año antes, vivía en Trapagaran, en la misma calle que sus dos hijas, cerca de sus cuatro nietos, a los que llevaba al colegio o recogía a la salida. Su hija Araceli lo describe como un hombre activo, de monte, de pasear, que conocía perfectamente la zona minera, la margen derecha y las líneas de autobús. No tenía diagnóstico de depresión ni enfermedades graves más allá de la edad; hacía poco se había hecho análisis y estaba “perfectamente de salud”, según su familia. 

Los datos oficiales del caso son fríos pero contundentes. Según SOS Desaparecidos, Aniano Orive Martínez desapareció el 19/10/2022 en Valle de Trápaga-Trapagaran, con 82 años. Miden su altura en 1,85 m, peso aproximado 80 kg, pelo canoso, ojos marrones y complexión normal. El Departamento de Seguridad añadía un detalle más: tenía un lunar en el lado izquierdo de la cara, caminaba con bastón y cojeaba. Son las señas que se repiten en todos los llamamientos, desde los medios vascos hasta los micrófonos de RNE, que aún mantienen activo un “Servicio de búsqueda” con su nombre. 

La primera versión pública situaba la última imagen de Aniano en el funicular de Larreineta, una infraestructura clave que conecta Trapagaran con la zona alta, muy cerca del monte Argalario y de La Arboleda, un área donde el mendizale solía pasear. Desde la tarde del 20 de octubre de 2022, los servicios de emergencia activaron un dispositivo de búsqueda centrado precisamente allí: monte Argalario, alrededores de Larreineta, pistas, senderos y campas de la zona minera. 



Sin embargo, con el paso de los días la cronología se fue haciendo más compleja. Su hija Araceli explicó en Onda Vasca que, además de aquella referencia en Larreineta, tenían una imagen en una gasolinera low cost de Portugalete. No se le ve bien la cara, pero la familia reconoce sus gestos. En ese punto aparece un detalle que las hijas consideran clave: a la trabajadora de la gasolinera se presentó como “Aniano”, repitiendo el nombre varias veces, cuando toda la vida todo el mundo le había llamado Jesús. Para ellas, eso encaja con la idea de que “le ha dado algo en la cabeza”, un posible episodio neurológico o de desorientación aguda. 

Otro dato técnico aportado por la familia y recogido en esa misma entrevista hace que la desaparición de Aniano Orive resulte todavía más inquietante. La Barik registra un paso el martes en dirección La Arboleda, el entorno natural donde solía caminar. Pero ese es el único movimiento en la tarjeta. En paralelo, los registros del teléfono móvil sitúan la última señal el jueves por la ladera de Trapagaran, entre Trapagaran y Ortuella, una zona mixta de monte y entornos urbanos. Es como si las migas de pan digitales se cortaran justo en el punto donde monte y ciudad se mezclan.

Mientras la tecnología aportaba esos últimos destellos, sobre el terreno se desataba una búsqueda masiva. Ya desde el 20 de octubre, en el monte Argalario se desplegaron patrullas de la comisaría de Sestao, la Sección de Montaña de la Unidad de Vigilancia y Rescate, Unidad Canina, Perros de Salvamento de Euskadi, Policía Municipal de Trapagaran, Bomberos de Bizkaia, DYA, Cruz Roja e incluso un helicóptero de la Ertzaintza, coordinados por la Dirección de Atención de Emergencias de Lakua. Para cualquiera que conozca la zona, la imagen es clara: decenas de efectivos peinando pistas mineras, laderas empinadas y bosques bajos en busca de un hombre mayor con bastón.

A esa maquinaria oficial se sumó enseguida el músculo de Trapagaran y los pueblos cercanos. Araceli contaba emocionada que en los primeros días llegaron a reunirse hasta 200 personas en las “quedadas” organizadas para buscar a su padre: vecinos de toda la vida, gente a la que no conocían de nada, voluntarios que rastreaban caminos, taludes y cunetas. Mientras los recursos de Emergencias extendían el operativo por el monte, el pueblo se echaba a la calle, encarnando esa mezcla de solidaridad y desesperación que siempre aparece cuando un vecino desaparece sin explicación.


Pero una semana después de la desaparición de Aniano Jesús Orive, la búsqueda oficial cambió de fase. Araceli explicaba el protocolo: “Si la última pista es en zona urbana, la Ertzaintza no puede buscarle en el monte”. Como la pista más sólida era la imagen de la gasolinera de Portugalete, la investigación pasó a depender de la comisaría de Sestao y se centró en entorno urbano: calles, cámaras de seguridad, trayectos de autobús, posibles movimientos posteriores. Para la familia fue un golpe duro: mientras ellos seguían mirando hacia la montaña, el expediente oficial miraba hacia el asfalto.

En medio de todo, la familia tuvo que salir a desmentir rumores. Se llegó a insinuar que quizá Aniano estaba deprimido por la viudez y podía haberse ido voluntariamente. Sus hijas fueron tajantes: “Mi aita no tenía depresión”. Tenía rutina, red familiar, nietos a los que acompañaba cada día, revisiones médicas recientes con buen resultado. Lo que a ellas les encajaba más era la hipótesis del evento súbito: un golpe, un ictus, una confusión brusca que explicaría por qué usó un nombre que nunca usaba y por qué, desde ese momento, todos los movimientos conocidos parecen erráticos.

Mientras las batidas en Argalario y La Arboleda se iban espaciando, el nombre de Aniano Orive Martínez saltó a los circuitos nacionales de difusión de personas desaparecidas. RTVE dedicó un espacio específico en su “Servicio de búsqueda” pidiendo colaboración ciudadana para localizarlo, detallando edad, lugar y fecha de desaparición. SOS Desaparecidos mantiene activa su ficha, y la fundación QSDglobal primero lanzó el aviso de “SE BUSCA A ANIANO ORIVE MARTÍNEZ” y después, dos años más tarde, publicó un duro recordatorio: “DOS AÑOS SIN RASTRO DE ANIANO ORIVE MARTÍNEZ”. En 2023, medios especializados como Crónica Negra subrayaban que, pese a todos los esfuerzos, no se había encontrado ninguna pista concluyente. 

El caso de este mendizale de Trapagaran desaparecido se enmarca en una realidad mucho más amplia. El Informe Anual de Personas Desaparecidas 2024 del Ministerio del Interior recoge 16.147 denuncias por desaparición solo en 2024, un 6 % más que el año anterior. El 95,5 % se resuelven, muchas en cuestión de días, pero a marzo de 2025 seguían más de 6.600 casos activos, muchos de ellos de personas mayores consideradas vulnerables. Aniano, con sus 82 años y su bastón, forma parte de ese grupo especialmente frágil, donde un pequeño desvío del camino o un episodio de desorientación pueden marcar la diferencia entre ser localizado a tiempo o entrar en el limbo de los “sin rastro”.


A día de hoy, todo lo que se puede afirmar con datos contrastados es devastador en su sencillez: Aniano Orive Martínez sigue desaparecido. No hay comunicación oficial que hable de hallazgo, ni vivo ni fallecido; no hay noticia de que se haya encontrado su bastón, su ropa o algún objeto personal que acote la escena. La ficha de SOS Desaparecidos continúa activa, con su foto y sus datos físicos, y las publicaciones de QSDglobal siguen recordando que el caso Aniano Orive sigue abierto. 

En ese vacío, la pesadilla para la familia de Aniano no es sólo imaginar qué pudo pasarle entre Larreineta, La Arboleda, la gasolinera de Portugalete y la ladera entre Trapagaran y Ortuella. Es convivir con un calendario congelado desde octubre de 2022, con una silla vacía, unas rutinas rotas y una frase que se repite como un mantra: “Solo esperamos que aparezca, no podemos vivir con esta incertidumbre”. Mientras no haya respuestas, la única forma de empujar el caso es no dejar que se diluya: si has pasado por la zona minera de Bizkaia, por La Arboleda, por la margen derecha o por los entornos urbanos donde se movía, y recuerdas cualquier detalle que pueda encajar —un hombre mayor de 1,85 m, pelo canoso, bastón, cojera— puedes contactar con 112, con la Ertzaintza o con los teléfonos 24 horas de SOS Desaparecidos (649 952 957 / 644 712 806). 

Porque, al final, la desaparición de Aniano Orive Martínez es la historia de un hombre que conocía cada rincón de su tierra y aun así se perdió; o de un hombre que quizá no se perdió, sino que se lo llevó un golpe invisible entre el monte y el asfalto. Hasta que alguien consiga reconstruir esos últimos pasos, la montaña de Argalario, las vías del funicular de Larreineta y las calles de Trapagaran seguirán guardando un hueco para él. Y cada vez que veas su cartel rojo y blanco, recuerda que no es sólo una foto: es la puerta entreabierta de una familia que aún espera que su mendizale vuelva a cruzar el umbral de casa.

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