El 8 de noviembre de 2009, en la comarca de Osona, provincia de Barcelona, la vida de una familia se detuvo en seco. Ese día queda registrado como la fecha en la que Óscar Martínez Ramos, de 37 años, desaparece oficialmente en Hostalet de Balenyà (Barcelona). Desde entonces, su nombre circula en carteles de “DESAPARECIDO” y en campañas de “años sin rastro” que se repiten como un eco cada noviembre, mientras el expediente sigue abierto, congelado en el tiempo.
Antes de ser un caso, Óscar era un hombre fuerte, de complexión atlética, 1,73 m de altura y unos 82 kilos de peso. El cartel de SOS Desaparecidos lo muestra con el pelo negro y una calvicie parcial, ojos marrones y rostro de adulto joven que podría cruzarse contigo en cualquier calle sin llamar demasiado la atención… salvo por esa mezcla de madurez temprana y vida todavía por delante. Esa ficha, tan fría y técnica, es hoy una de las pocas descripciones oficiales que existen del caso de Óscar Martínez Ramos desaparecido.
El escenario de esta historia es Els Hostalets de Balenyà, un pequeño municipio de la comarca de Osona, al sur de la Plana de Vic. Es un entorno de pueblos, carreteras comarcales, trenes de cercanías y campo ondulado, conectado con Vic en apenas 10–15 minutos por carretera o tren. Una zona que, vista desde fuera, parece tranquila y manejable, como si fuera imposible perder a alguien ahí para siempre. Pero esa sensación de control es solo una ilusión: en la práctica, es un territorio lleno de rincones, casas, bosques y rutas donde una persona puede desaparecer sin dejar rastro.
La mañana del 8 de noviembre, algo se rompe en la rutina familiar. Según recoge una revista de SOS Desaparecidos, las hermanas de Óscar intentan contactar con él a petición de su madre. Llaman. Insisten. No responde. Ese silencio ya no parece un simple despiste. Cuando una madre pide que miren a ver qué pasa, es porque algo huele raro, aunque no sepa explicarlo del todo.
Ante la ausencia total de respuesta, las hermanas deciden ir a buscarlo en persona a su casa, en la localidad de Vic, muy cerca de Hostalets de Balenyà. Lo que encuentran dentro no se parece a una vida en marcha, sino a una escena detenida en pleno caos: ropa por el suelo, platos sucios, basura, todo desordenado… y lo más inquietante de todo: ni rastro de Óscar. No hay nota, no hay explicación, no hay una huida “ordenada”. Simplemente, parece que alguien se ha levantado un día y se ha disuelto en el aire dejando atrás el desorden de un domingo interrumpido.
Poco después, el caso entra en los circuitos oficiales. La desaparición de Óscar se registra con fecha 08/11/2009 y lugar Hostalet de Balenya, Barcelona, con 37 años al momento de desaparecer y 53 como edad actual estimada. El cartel actualizado en 2025 vuelve a detallar su físico: 1,73 m, 82 kg, calvicie parcial, pelo negro, ojos marrones, complexión atlética. Esas palabras, repetidas una y otra vez, son casi todo lo que la documentación pública ofrece sobre la desaparición de Óscar Martínez Ramos en Hostalets de Balenyà.
Y sin embargo, lo más duro está en una línea pequeña al pie del cartel: “Revisión 07/02/25 – No hay datos y en CNDES no consta”. Traducido: a día de la última revisión, no hay nueva información útil para la búsqueda y el caso ni siquiera figura en el fichero actual del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), aunque sí se mantiene vivo en los registros y campañas de la asociación SOS Desaparecidos. Eso no significa que nadie lo busque, pero sí que estamos ante una de esas desapariciones de larga duración que escapan a los circuitos estadísticos más visibles.
Mientras el expediente permanece en ese limbo, la memoria de Óscar se sostiene sobre todo en las campañas de las asociaciones. La fundación QSDglobal ha publicado varias veces mensajes como “ONCE AÑOS SIN RASTRO DE ÓSCAR MARTÍNEZ RAMOS” o “TRECE AÑOS SIN RASTRO… Óscar desapareció cuando tenía 37 años el 8 de noviembre de 2009 en Hostalets de Balenya, Barcelona”, recordando año tras año que el caso sigue abierto. Cada aniversario es una especie de toque de queda emocional: una forma de decirle al mundo que alguien falta y que el olvido también puede ser una forma de violencia.
¿Que le pasó a Óscar? La verdad incómoda es que no lo sabemos. No hay, en fuentes abiertas, información detallada sobre líneas de investigación policial, hipótesis oficiales ni zonas de búsqueda concretas. Todo lo que se pueda contar a partir de aquí sobre su paradero entra en el terreno de la especulación: ¿salió voluntariamente?, ¿sufrió un accidente?, ¿fue víctima de un delito?, ¿está vinculado el desorden del piso a una marcha precipitada o a algo más oscuro? No hay registros públicos que apunten en una dirección concreta. Y cuando no hay pistas, la mente se llena de monstruos.
Lo que sí tenemos es el contexto: en España, solo en 2024 se investigaron 16.147 desapariciones, un 6 % más que el año anterior, y el 95,5 % de las denuncias se esclarecieron, la mayoría en menos de una semana. Eso significa que casos como el de Óscar Martínez Ramos pertenecen a esa minoría que no se resuelve, que no vuelve a casa ni aparece sin vida, que simplemente se queda atrapada en un punto muerto. Cuando se habla de “desapariciones de larga duración”, se habla de él, de los que ya acumulan más de una década en la oscuridad administrativa y emocional.
Detrás de las cifras, sin embargo, siempre hay una familia que vive atrapada en el “mientras tanto”. El dato técnico “no hay datos” no describe las llamadas que ya no llegan, las Navidades con una silla vacía, las discusiones internas entre quienes creen que pudo irse por voluntad propia y quienes están convencidos de que “a Óscar le hicieron algo”. No aparecen en ningún informe los recorridos que hacen sus seres queridos, una y otra vez, mentalmente, desde Hostalets de Balenyà a Vic, tratando de rellenar un mapa invisible con un destino que nunca aparece.
Si hoy lees sobre el caso de Óscar Martínez Ramos desaparecido en Barcelona y te preguntas si puedes hacer algo, la respuesta es sencilla y brutal a la vez: sí, pero solo si hablas. Cualquier recuerdo, visión o información que tengas, por pequeña que parezca, puede ser relevante. SOS Desaparecidos mantiene activo su cartel y pide que cualquier pista se comunique a los teléfonos +34 649 952 957 o +34 644 712 806, o a través del correo info@sosdesaparecidos.es. También se puede avisar al 112 o directamente a Guardia Civil o Mossos d’Esquadra mencionando la referencia 25-01212. No hace falta estar seguro al 100 %: los investigadores ya se encargan de filtrar y descartar.
Por si tienes dudas al mirar la foto, recuerda de nuevo la descripción: varón español, 37 años en 2009, 1,73 m, 82 kg, complexión atlética, pelo negro con calvicie parcial, ojos marrones, vecino del entorno de Hostalets de Balenyà / Vic (Barcelona). Si alguna vez viste a alguien así por la zona en aquellos días, si recuerdas un comentario, un coche, una discusión, una desaparición repentina de un vecino… todo eso, catorce, quince o dieciséis años después, puede seguir teniendo valor. Los años borran huellas físicas, pero también ayudan a que ciertas personas se atrevan, por fin, a contar lo que callaron.
Hasta que eso ocurra, el caso de Óscar Martínez Ramos seguirá siendo una de esas pesadillas en tu pantalla que parecen irreales porque no tienen final: un hombre joven que se desvanece entre un piso desordenado en Vic y un pueblo tranquilo en Osona; un nombre que vuelve cada noviembre en forma de cartel; una frase que se repite como un conjuro desesperado: “sin rastro de Óscar”. Y quizá, en algún lugar, la clave para romper ese silencio no es una gran revelación policial, sino alguien que todavía recuerda algo… y aún no se ha atrevido a hablar.
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